EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



lunes, 7 de marzo de 2011

EL PENTECOSTALISMO PARTE 2

(Continuación)
No es bíblico tener liderazgo femenino en la obra del Señor

Este no es el orden establecido por Dios, nunca lo fue y todavía no lo es hoy. Sin embargo, es pan de cada día en el pentecostalismo.
Dice Pablo: "Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio" (1 Ti. 2:12).

Para justificar sus prácticas los pentecostales citan Hechos 2:18 que dice: "Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán". Note con cuidado que esta predicción es que tanto hombres como mujeres "profetizarán". Profetizar necesariamente no significa predecir el futuro, sino que también significa publicar o predicar el mensaje. Todo hombre y mujer cristianos deben predicar el mensaje del evangelio. El pasaje en cuestión nada tiene que ver con el liderazgo en la congregación. No endosa el concepto de mujeres pastoras.
Es significativo que casi todos los cultos falsos han sido encabezados por alguna mujer. Muchos son los hogares que se han destruido, muchos son los hijos que se han visto abandonados porque las esposas y madres, equivocadamente, se creyeron
"llamadas" por el Señor a la predicación. El resultado ha sido el naufragio espiritual de muchos y la consecuente deshonra para el Señor. Las mujeres que honran el orden establecido por el Señor tienen un enorme campo abierto de servicio, tienen su importante lugar en la viña del Señor y no deben desear ningún otro lugar.


No es bíblico enseñar que la voluntad de Dios es sanar siempre cuando haya fe

La Palabra de Dios no enseña esto. Cierto, "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (He. 13:8). ¡Alabado sea Su nombre!
Él tiene el mismo poder para sanar hoy como ayer. El sana actualmente cuando es su sabia y buena voluntad hacerlo. Sin embargo, cuando aún vivían los apóstoles, las señales y milagros comenzaron a desaparecer porque no eran necesarias ya para acreditar el mensaje del evangelio. Afirmar, como afirman los pentecostales, que ellos han "restaurado" los dones perdidos del Espíritu Santo, es pura ficción. Pero es el caso que los dones del Espíritu nunca estuvieron "perdidos". El apóstol Pablo mismo, destacado ejecutor de milagros mediante el poder de Dios, dejó enfermo en Mileto a uno de sus colaboradores cercanos (2 Ti. 4:20). Más todavía, cuando a San Pablo mismo le tocó orar por la salud de su propio cuerpo, por su propio "aguijón en la carne", no obstante, haberlo pedido tres veces, la respuesta que recibió fue: "Bástate mi gracia..." (2 Co. 12:9).

Las "obras mayores" que el Señor prometió que harían sus discípulos (Jn. 14:12), no eran obras físicas, sino milagros espirituales.
Por ejemplo, Jesús resucitó a los muertos, pero nadie hace esto hoy. Por cierto, muy pocos osan reclamar este don milagroso hoy día.
Resucitar muertos sería el milagro físico mayor que alguien pudiera hacer. Sin embargo, mediante el poder del Espíritu Santo 3.000 almas "muertas en delitos y pecados" (Ef. 2:1), recibieron vida en Cristo el día de Pentecostés. Esto, sí que fue una "obra mayor".
La salvación de un alma es el milagro más grande de todos.

Sin lugar a dudas, la liberación de todas las consecuencias de la caída de Adán es posible por medio de la expiación de Cristo.
Ésta incluye liberación del pecado, enfermedad, muerte y de la maldición que descansa sobre la creación animal y material.
Pero todo según el orden de Dios. La liberación de la culpa y el poder del pecado son posibles ahora mismo para todo aquel que cree.
Pero la redención del cuerpo no se efectúa ahora, está todavía futura: "... Esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo" (Ro. 8:23). No la estaríamos "esperando" si nuestros cuerpos estuvieran ya redimidos. Nuestros cuerpos serán redimidos cuando el
Señor Jesucristo regrese. Entonces el cuerpo de nuestra humillación será transformado y hecho semejante al cuerpo de la gloria de Cristo (Fil. 3:20,21). Toda debilidad, cansancio, enfermedad, tristeza y muerte terminarán para siempre. ¡Bendito sea Su nombre!
La creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción (Ro. 8:19-23). “Y la oración de fe salvará al enfermo..." (Santiago 5:15) se usa para afirmar que "donde hay fe, hay sanidad". Note dos cosas acerca de esta Escritura: En primer lugar está dirigida "a las doce tribus que están en la dispersión" (Stg. 1:1). Es decir, a judíos cristianos amparados todavía bajo las promesas judías de sanidad corporal. Estos estaban ubicados en el período de transición entre la dispensación de la ley y la de la gracia, entre el caminar por fe o por vista. En segundo lugar, note que aquí se manda a llamar a "los ancianos" quienes son los que deberán ofrecer la oración de fe. En consecuencia, como la oración de fe era para "salvar a los enfermos" y eran los ancianos quienes tenían la responsabilidad de orar, si el enfermo no sanaba era por culpa de la falta de fe de los ancianos y no del enfermo.
Los sanadores modernos que se agarran de esta Escritura, hacen precisamente lo opuesto. Siempre le echan la culpa al enfermo en vez de echarse la culpa ellos mismos cuando estos no sanan. Todo lo que logran es añadir más carga y aflicción a criaturas de por sí agobiadas por la enfermedad, empujándolas a la miseria psicológica y emocional de culparse y condenarse a sí mismos.
Esto es hacerles un mal mayor.

¿Debemos orar por los enfermos hoy día?
¡Ya lo creo que sí! La Palabra del Señor nos manda a hacerlo cuando nos dice:
"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en TODA oración y ruego (lo cual incluye las oraciones por las enfermedades), con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Fil. 4:6-7). Dios puede sanar con o sin medios. Por tanto, debemos orar y usar los medios que él mismo ha provisto y dejar el resultado en Sus manos.
Hay cristianos que oran muy poco por sus enfermedades dependiendo enteramente de la ayuda médica y de los remedios.
Esto es equivocado. Debemos recordar que nuestros cuerpos pertenecen al Señor y que están habitados por el Espíritu Santo.
No debemos abusarlos comiendo comidas malsanas, o por comer demasiado, o en otras maneras. Debemos presentar nuestros cuerpos para servir y glorificar al Señor (Ro. 12:1-2).

¿Es usted salvo, lector? Si no, está eternalmente perdido. Ponga en reverso esta condición arrepintiéndose de sus pecados y aceptando al Señor Jesucristo como su Señor y salvador hoy mismo. Él le ama tiernamente y murió en la cruz para salvarle.
¿Es salvo ya? Entonces agárrese firmemente de su Palabra: "La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples"
 (Sal. 119:130). Sea uno de los "simples" de Dios que examinan todas las cosas a la luz de la Palabra de Dios, que obedecen la Palabra de Dios y nada más. Si le busca y obedece, él le guardará de las trampas del enemigo.
(Fin del tema "El Pentecostalismo")

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