Por El Contendor
Esta profecía
de Joel ha sido objeto de muchas malas interpretaciones: ya sea por fallas
hermenéuticas o bien por intereses espurios de quienes la han usado para
adaptarla a sus predicaciones alejadas de la verdad escritural.
Es muy común al
interpretar Joel 2:28, confundir los postreros tiempos de Israel con los
postreros tiempos de la Iglesia. Tanto Joel 2:28 como Joel 2:23 (lluvias tempranas y lluvias tardías) son utilizados
por muchas ramas del tronco de raíz pentecostal (especialmente por el
ultra-pentecostalismo), para aplicarlos (en forma errónea) al supuesto derramamiento del Espíritu Santo
en los últimos días de la iglesia en la tierra, antes del arrebatamiento.
Esta tesis
queda completamente desvirtuada si leemos:
Luc
18:8 Os digo que pronto les hará
justicia. Pero cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Y también:
2Ts 2:1 Pero con respecto a la venida de
nuestro Señor Jesucristo, y nuestra
reunión con él, os rogamos, hermanos,
2Ts 2:2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro
modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está
cerca.
2Ts 2:3 Nadie os engañe en ninguna
manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
2Ts 2:4 el cual se opone y se levanta
contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como
Dios, haciéndose pasar por Dios.
El torcimiento
deliberado de las escrituras se puede comprobar en unos párrafos (referidos a
Hechos 2:14-16) publicados en un blog de un “creyente”, seguramente pentecostal,
(Néstor), donde se expresa lo que transcribo:
A) Los postreros días, aquí, es
mencionado por pedro aludiendo a la era de la iglesia, desde el
Pentecostés hasta el retorno de Cristo. Representan la transición entre esta
era y la era por venir. Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, es una
reiteración de lo dicho por el profeta Joel que Pedro explica con claridad.
Él alude a los acontecimientos extraordinarios del
Pentecostés en términos de derramamiento del Espíritu predicho en la profecía
de Joel. El derramamiento del Espíritu en el Antiguo Testamento había sido
durante mucho tiempo reservado a los líderes espirituales y nacionales de
Israel.
Sin embargo, bajo el Nuevo Pacto, la autoridad del
Espíritu se concede a “toda carne”, a todo el que se acoja a Él. Todo creyente
es ungido para ser sacerdote y rey a Dios.
Réplica de (A): Según Jack
Fleming: En primer lugar hemos de
reconocer que la promesa ES PARA ISRAEL
COMO NACIÓN, Y ESTO SERÁ PARA EL FIN DE LOS TIEMPOS (Jer. 31: 34) "y no
enseñará más ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán...y no me acordaré más de su pecado". Lo dice en singular,
porque no se refiere a los pecados que cometen cada día, sino al mayor
de todos, el haber rechazado al Señor.
En segundo lugar, no existe ninguna duda que esto
no sucedió el día de Pentecostés con la nación
de Israel, sino que sucedió con un
pequeño grupo de judíos; lo cual fue una muestra de lo que habrá de suceder, como fue el caso de
los tres amigos de Daniel en el horno de fuego; o con Pedro, Jacobo y Juan en
el monte de la transfiguración. Lo que sucedió allí fue solamente un
cumplimiento parcial; la profecía con
todos sus detalles y gloria está todavía en el futuro.
Hemos de
aprender a distinguir entre los "postreros días para Israel" y los
"postreros días de la iglesia".
Los postreros días de Israel, es el tiempo de angustia y aflicción que
hablaron los profetas para los 7 años de
la gran tribulación.
En cambio LOS
POSTREROS DÍAS DE LA IGLESIA son
los de apostasía y prosperidad, tiempo que transcurre ANTES de la Gran Tribulación, porque el Señor se llevará Su Iglesia a las mansiones celestiales antes
de los juicios.
La simple lectura del
pasaje no admite otra interpretación posible. Joel señala claramente que se
está refiriendo a los postreros días de Israel, y Pedro corrobora lo
mismo al dirigirse en particular a los: "Varones judíos"
(Hch.2:14).
B) Importantes evidencias de
haber participado en el derramamiento del Espíritu son los sueños y profecías.
B) Estas “importantes evidencias”,
(sueños y profecías), no tienen fundamento
bíblico alguno. La única evidencia de haber recibido el Espíritu
Santo es, para cada creyente , lo que dice
“Rom 8:16 El Espíritu mismo da testimonio
a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios.”
No se necesitan las
evidencias externas como decir o exhibir que se tienen sueños, profecías,
hablar en lenguas etc
C)Esto último te da la pauta
concreta de que cuando se habla de postreros tiempos, no está demasiado lejos
el que hemos descubierto en este trabajo.
Porque no cabe ninguna duda que ya, hoy
mismo, ahora y en distintos puntos del planeta, hay creyentes anónimos que han
sido ungidos por ese derramamiento y se han convertido en sacerdotes sólidos
e incorruptibles.
C) Hoy mismo,
ahora y en distintos puntos del planeta , interpretando con falacia Joel 2:28-29
para fundamentar sus aspiraciones de profetas (falsos), han
aparecido miles de falsos maestros dando cumplimiento a lo que dice en 2Ti 4:3 Porque vendrá tiempo cuando
no sufrirán la sana doctrina, sino que
teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias,
2Ti 4:4 y apartarán de la verdad
el oído y se volverán a las fábulas.
Estas son las consecuencias
de darle a las profecías una interpretación “extra bíblica”
Los “ungidos que se han
convertido en sacerdotes sólidos e incorruptibles”, (según el sr. Néstor), No
son ni más ni menos que los blasfemos charlatanes que se adjudican una super
unción del espíritu (con minúscula) que, con la ayuda de algún demonio, o con
un simple truco circense, hacen caer de espaldas a sus “feligreses” o los hacen
revolcarse por el piso, o les provocan la risa “santa”, curan enfermedades,
solucionan problemas familiares, y auguran prosperidad para los que “pactan” o
depositan sus “semillas” para llenar las arcas de sus “iglesias”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario