EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



jueves, 13 de diciembre de 2012

EL BAUTISMO EN AGUA: ¿Requisito para la Salvación?


3ª parte

Por El Contendor

Uno de los pasajes bíblicos preferidos por los que defienden la tesis de que el bautismo en agua es imprescindible para la salvación, es Hechos 2:38.

En el párrafo copiado más arriba que estamos analizando y cuestionando, en el punto identificado por 2.[h] dice: 2.[h] “Bautícese cada uno para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).

Acá, es evidente que se está utilizando el conocido artificio de citar el versículo quitando las palabras que no convienen para forzar una interpretación a favor del que expone. Veamos la diferencia comparando con lo escrito en la Biblia, el versículo completo:

Hch 2:38  Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Lo que figura en letra “negrita” son las palabras que se han quitado del versículo original, y con esta falacia se desvirtúa el verdadero significado de la cita bíblica; veamos:

“ARREPENTÍOS”: la palabra en griego es me·ta·no·é·o. El significado literal se refiere a un cambio en la manera de pensar, la actitud o el propósito de una persona.

Por consiguiente, me·ta·no·é·o recalca el cambio de punto de vista o disposición: el rechazo del modo de proceder pasado o que se ha pensado emprender por considerarlo indeseable (Apocalipsis 2:5; y  3:3).

Ahora bien, pongamos a Hechos 2:38 dentro del contexto partiendo desde el capítulo 1

Para abreviar, partamos del v.4. y en adelante, del capítulo 2, utilizaremos los versículos principales que sitúan todo el contexto de Hechos 2:38.

Hch 1:4  Y estando juntos[los apóstoles], [Jesús] les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

Hch 1:5  Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos.

Hch 2:2  Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

Hch 2:3  y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

Hch 2:4  Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Hch 2:5  Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

Hch 2:6  Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Hch 2:12  Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?

Hch 2:13  Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Hch 2:14  Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Hch 2:15  Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.

Hch 2:16  Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Hch 2:17  Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones,

 y vuestros ancianos soñarán sueños;

…………………………………………………………………………………………………..

Hch 2:36  Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Hch 2:37  Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Hch 2:38  Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

 

Establecido todo el contexto previo, llegamos al día de Pentecostés cuando los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, manifestada por un repentino estruendo “como de un viento recio que soplaba”. El estruendo hizo que se juntara una multitud de personas las cuales quedaron confusas, atónitas, y perplejas pues cada uno escuchaba hablar a los apóstoles en su propia lengua (recibieron el don de lenguas porque el E. Santo ya moraba en ellos). Aquí se cumplió la promesa de Jesús que leemos en  Hch 1:5  Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

 

Queda claro que las palabras de Pedro en Hechos 2:38 fueron dirigidas a la multitud entre la cual estaban aquellos que se burlaban de los apóstoles diciendo que estaban borrachos, pero también estaban aquellos judíos que eran varones piadosos, que habían escuchado el discurso de Pedro; en especial cuando éste les dijo: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”, estos judíos, tocados sus corazones, se contristaron y se dolieron por la culpa y el pecado de haber rechazado y crucificado a Cristo manifestando un cambio en la manera de pensar, en la actitud, y un cambio de punto de vista o disposición que tenían respecto del Señor Jesucristo. Con una evidente voluntad de rechazo hacia el modo de proceder pasado y la intención de buscar el camino correcto para sus vidas, se dirigen a Pedro y a los otros apóstoles preguntándoles: Varones hermanos: ¿qué haremos?”.

1).-“Varones hermanos”: Este tratamiento de estos judíos hacia Pedro y los otros apóstoles, denota una clara identificación con la enseñanza o doctrina de los apóstoles:

habían creído que el Cristo, a quien ellos habían consentido que se le crucificara, (Lucas 23:21) Dios le había hecho Señor y Cristo y le había resucitado; ellos creyeron la Palabra y

 abandonaron el Judaísmo para auto-incluirse  en el Nuevo Pacto; evidenciando por su cambio de actitud que Dios, por la Palabra que ellos habían recibido (Hechos 2:16-36), puso en ellos un corazón nuevo: Eze 36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

Eze 36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Dios había quitado de ellos el corazón duro y arrogante de fariseos y había puesto en su lugar un corazón de carne, humilde y receptivo a las Buenas Nuevas de la Salvación por Gracia.

2).- ¿Qué haremos? (comentario de JFB) He aquí ese hermoso espíritu de genuina compunción y docilidad del niño, que habiendo descubierto que todo su pasado había sido una terrible equivocación, sólo busca corregirse para el futuro, sean cuales fueren los cambios envueltos y los sacrificios requeridos. Así se expresó Saulo de Tarso “Señor, ¿qué quieres que yo haga?(Hechos 9:6)

3).- Arrepentíos Sin duda el cambio de mentalidad, de actitud, de disposición (metanoéo)

ya había ocurrido en el corazón de esos judíos pues la pregunta de ellos: ¿qué haremos?, o de Saulo : Señor: ¿Qué quieres que yo haga?, indicaban que estaban dispuestos a que Cristo fuera el Señor de sus vidas. Y esta actitud, esta disposición de un corazón sincero, sólo proviene del Espíritu Santo obrando en ellos.

También en Hechos 3:19  Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio

4.- Bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. Es evidente que estos varones judíos, por las conclusiones que se derivan del análisis de las frases 1) 2) y 3),  ya habían experimentado el nuevo nacimiento,  habían creído,  habían recibido un nuevo corazón, se habían convertido sus pecados habían sido borrados (Hechos 3:19), por todo esto ya eran salvos, el Espíritu Santo ya moraba y obraba en ellos y en consecuencia los guió a la obediencia de cumplir con la ordenanza del bautismo, para ser añadidos (Hechos 2:41) a la incipiente Iglesia.

5.- y recibiréis el DON del Espíritu Santo. (Ver 1Corintios 12:1-31) Cuando un creyente que, como tal, es morada del E.S., es incorporado a la Iglesia, llega con “los rudimentos de la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1) y para poder servir a Dios eficientemente, necesita recibir algún DON o algunos DONES del Espíritu Santo:

 

1Co 12:4  Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.

1Co 12:5  Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.

1Co 12:6  Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.

1Co 12:7  Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

1Co 12:8  Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;

1Co 12:9  a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.

1Co 12:10  A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

1Co 12:11  Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

1Co 12:12  Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.

1Co 12:13  Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

 

En síntesis: Primero se recibe el Espíritu Santo (cuando se cree para salvación). Luego cuando el creyente se bautiza y es incorporado a la Iglesia recibe algún DON o algunos DONES del E.S. “repartiendo a cada uno en particular como Él quiere”.

Esta aclaración la hago para rebatir a los falsos maestros que enseñan que el E.S. (es decir la salvación) se recibe después de haberse bautizado, utilizando erróneamente la parte final de Hechos 2:38 (y recibiréis el don del Espíritu Santo).

 

Cerramos este análisis de Hechos 2:38 con un comentario de William Barclay sobre Hechos 10 que nos narra cómo un gentil, Cornelio, y con él un grupo de personas reunidas en su casa, recibe la Palabra predicada por Pedro, (Hechos 10:33-43)  y (Hechos 10:44)  mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.” [Nota: debe quedar bien claro el orden de los acontecimientos: PRIMERO: el Espíritu Santo solamente lo reciben los que son salvos

SEGUNDO: luego, los ya salvos, son bautizados en agua como todos los que se agregaban a la Iglesia.]

Aclarado esto, transcribimos el comentario de W. Barclay:

 

<<El capítulo 10 del Libro de los Hechos nos cuenta la historia de una verdadera encrucijada en la vida de la Iglesia. Por primera vez se admite a un gentil en la comunidad. Como Cornelio tiene una gran importancia en la Historia de la Iglesia, vamos a recopilar todo lo que podemos saber de él:

Cornelio era un centurión romano estacionado en Cesarea, que era el cuartel general del gobierno en Palestina.  La centuria sería ahora una compañía, y el equivalente del centurión, el sargento. Los centuriones formaban el espinazo del ejército romano. Un historiador antiguo describe así sus características: " Se prefiere que los centuriones no sean temerarios ni lanzados, sino buenos hombres de mando, de carácter estable y prudente”…… Cornelio era sin duda un hombre que sabía bien y a fondo lo que son el valor y la lealtad. Cornelio era temeroso de Dios. En los tiempos del Nuevo Testamento se daba este nombre a los gentiles que, cansados de los ídolos y las inmoralidades y las frustraciones de la religiosidad tradicional, se acercaban a la religión judía. No llegaban al punto de circuncidarse y comprometerse a cumplir la Ley; pero asistían a los cultos de la sinagoga y creían en un solo Dios y en la ética del judaísmo. Cornelio era, pues, un sincero buscador de Dios; y, como lo era, Dios le encontró. Cornelio practicaba la caridad; era un hombre amable. Su búsqueda de Dios le había hecho amar a los hombres, y el que ama a su prójimo no está lejos del Reino de Dios.

Cornelio era un hombre de oración. Puede que todavía no conociera claramente al Dios al que oraba; pero, según la luz que había recibido, vivía cerca de Dios.>>

 

Seguiremos con un relato resumido de los acontecimientos de Hechos 10:

Cierto día, como a las tres de la tarde, Cornelio tuvo una visión en la que se le apareció un ángel de Dios y le dijo:

Dios ha tenido presentes tus oraciones y obras de caridad, que Le han hecho que te tenga en cuenta de una manera especial -continuó el ángel-. Ahora tienes que mandar hombres a Jope para que te traigan a un tal Simón al que también llaman Pedro, que está parando en casa de otro Simón, que es curtidor y que vive a la orilla del Marcos

Cuando desapareció el ángel que había hablado con él, Cornelio mandó llamar a dos de sus criados y a un fiel asistente, les contó lo que había experimentado y los envió a Jope.

Cuando los mensajeros llegaron a la casa donde estaba Pedro, el Espíritu le dijo: «Hay tres hombres preguntando por ti. Anda, baja, y no tengas reparo de ir con ellos; porque soy Yo quien te los he mandado.» Pedro les dijo que entraran y que fueran sus huéspedes; y al día siguiente se marchó con ellos y con algunos miembros de la iglesia de Jope que los acompañaron. Y después de un día de viaje entraron en Cesarea, donde los estaba esperando Cornelio, que había invitado a sus amigos íntimos y a sus parientes.

Explicó Cornelio el motivo por el que envió traer a su casa a Pedro:- “Entonces te mandé a buscar sin pérdida de tiempo, y has sido muy amable en venir. Así es que nos hemos reunido aquí en la presencia de Dios para escuchar todo lo que el Señor te ha instruido que nos digas.”-

Entonces Pedro les predicó el Evangelio.(Hechos 10:34-44) con el resultado ya comentado más arriba cumpliéndose lo que dice  Rom 10:13  porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

Rom 10:14  ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?

Rom 10:15  ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

Rom 10:16  Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

Rom 10:17  Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

 

El análisis detallado de Hechos 2:38, que aquí concluye, nos exime de cualquier otra explicación o argumento para demostrar que NO ES EL BAUTISMO EN AGUA lo que salva sino la Fe en el sacrificio expiatorio de Jesucristo, su muerte en la cruz y su resurrección, los que nos mueve a invocar Su Nombre para ser salvos.

El bautismo en agua es necesario como expresión exterior de la transformación interior producida por el Espíritu Santo en el momento en que depositamos nuestra Fe en Cristo; por esta transformación somos guiados por el E. S. para que obedezcamos la ordenanza del Señor bautizándonos en Su Nombre. El bautismo es necesario para que el creyente, que ya es salvo, sea incorporado como miembro a la Iglesia de Cristo. Si alguien que dice haber creído se opone a recibir el bautismo, es una evidencia de que no es salvo.

Y, en sentido contrario, alguien que no es un verdadero creyente, aunque se bautice no será salvo.

 

Hay otros pasajes como 1Pedro 3:21 que también son usados por los falsos maestros para asegurar que el bautismo salva o es imprescindible para la salvación:

1Pe 3:20  los cuales en el tiempo pasado fueron desobedientes, cuando una vez se esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca; en la cual pocas, es a saber, ocho personas fueron salvas por agua.

1Pe 3:21  A la figura de la cual el bautismo que ahora corresponde nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, mas dando testimonio de una buena conciencia delante de Dios,) por la resurrección de Jesús, el Cristo,

Siendo la salvación por gracia por medio de la Fe tal como dice Efesios 2:8-9 y no por obras (el bautismo en agua es un hecho humano) podemos aplicar el principio de Primera Mención a este pasaje bíblico.

Sabemos que cuando Dios una vez quiso decirnos o darnos a entender algo por medio de cierta palabra, frase, persona o cosa en la Biblia, entonces siempre que aparezca esta misma palabra, frase, persona o cosa a lo largo de la Biblia, Dios confirma lo que nos reveló en esa Primera Mención (p/ejemplo Efesios 2:8-9), de modo que, como dijimos al comienzo de la 2ª parte de este escrito, hay una gran cantidad de pasajes del N.T. que vinculan la gracia y la fe con la salvación y con la justificación y la desvincula de las obras o cualquier otra acción humana.

Sabemos que por el principio de  Sacra Scriptura sui interpres, (la Sagrada Escritura se interpreta a si misma), no puede haber contradicciones entre lo que se enseña en un pasaje con lo que, (relacionado con el mismo tema) se enseña en otro pasaje, sino que debe estar todo en perfecta armonía.

Por lo tanto 1Pedro 3:21 que algunos citan para argumentar que “el bautismo salva”, aplicando los dos principios que acabamos de describir, tenemos que afirmar que el bautismo en agua, por ser una ceremonia externa, protagonizada por dos o más personas, es una obra humana y CONTRADICE Efesios 2:8-9 y todas las demás menciones que encontramos en la Biblia sobre este tema.

En consecuencia, 1Pedro 3:21 debe, necesariamente, tener una interpretación que no sea contraria al mensaje principal del evangelio: la salvación por gracia, por medio de la Fe en el sacrificio de Jesucristo, excluyendo el agregado de cualquier obra humana.

 

Veamos lo que dicen : Jamiesson – Fausett – Brown sobre 1Pedro 3:20-21

 

20-21. El agua salvó a Noé, no por sí misma, sino por mantener el arca construída en la fe basada en la palabra de Dios: era para él un sello y un medio de una suerte de regeneración de la tierra. El diluvio fue para Noé un bautismo, como el paso del mar Rojo lo fue para los israelitas; por el bautismo en el diluvio él y su familia fueron trasladados del antiguo mundo al nuevo; de la destrucción inmediata a una probación prolongada; del compañerismo de los malvados a la comunión con Dios; de la disolución de los vínculos entre la criatura y el Creador al privilegio del pacto: así nosotros por el bautismo espiritual. La antítesis no es entre la inmundicia de la carne y la del alma. Dice Pedro que el bautismo no es una limpieza de la inmundicia, sino la demanda de una buena conciencia. Sea cual fuere el sentido preciso de la “demanda de una buena conciencia”, ésta es anterior al bautismo en la experiencia del creyente; y la regeneración es anterior a la buena conciencia para con Dios; la salvación debe ser anterior, pues, es independiente del bautismo. que no puede ser sino un símbolo, o “figura” de la experiencia de la muerte espiritual al pecado y la resurrección a vida nueva.

 

“… el bautismo os salva también, no de sísino la cosa espiritual a él unida, a saber, el arrepentimiento y la fe, de la cual (cosa, el bautismo) es signo y sello.” ¿Puede el hombre ser salvo “por el arrepentimiento y la fe” sin el bautismo? ¿Puede tener la seguridad de su salvación sin este “signo y sello”? La circuncisión podía ser “signo y sello” exterior, visible, en la carne, del pacto mosaico; pero el nuevo pacto es nuevo no solamente porque es otro, más reciente, sino porque es diferente, de una clase nueva: es espiritual, y no de la letra.
 
Si la salvación en Cristo dependiese, en todo o en parte, de un rito o ceremonia externa, entonces el nuevo pacto sería de la misma categoría del antiguo, carnal, de la letra, y no espiritual.

Si por otra parte el bautismo es una “figura”, símbolo, retrato, de nuestra salvación, la cual es “por la resurrección de Cristo,” entonces se puede decir que el bautismo nos salva “a la figura”, es decir,  figurativa o simbólicamente, lo que concuerda con el lenguaje del Nuevo Testamento en general. Simboliza la experiencia de la salvación y es una confesión pública de lo que el creyente ya experimentó, antes de verificarlo en contestación a su “buena conciencia para con Dios,” quien lo mandó.

Es el arca (que equivale a Cristo y su Iglesia llena del Espíritu Santo), no es el agua, lo que es el instrumento de la salvación: el agua solamente rodeaba el arca; así tampoco el mero bautismo en agua, sino el agua cuando es acompañada por el Espíritu.

“por la resurrección de Jesucristo”—frase unida con “os salva”, en cuanto nos aplique el poder de la resurrección de Cristo.
Como la muerte de Cristo al pecado es el origen de la muerte del creyente al pecado y de su liberación de la pena y del poder del pecado, así la vida de Cristo resucitado es la fuente de la nueva vida espiritual del creyente.

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