EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



sábado, 22 de diciembre de 2012

Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros

Por El Contendor


Juan 1:14  Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

 

No se sabe con precisión cuándo fue ese día,  cuando sucedió ese acontecimiento maravilloso no solo para la humanidad sino también un día de júbilo para los ángeles y las huestes celestiales.

Porque las buenas noticias no solamente producen el júbilo, regocijo y felicidad para el que las recibe, sino también para el que las trae, el que las comunica; y todo es para gloria y alabanza de Dios.

Isaias 52:7  ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!

En aquel distrito había pastores que pasaban toda la noche cuidando de sus rebaños por los campos de alrededor. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor. Los pastores sintieron un temor muy grande; pero el ángel les dijo:

-¡No tengáis miedo! Os traigo una noticia tan buena que os llenará de alegría a vosotros y a todo el mundo: que hoy mismo os ha nacido en el pueblo de David un Salvador que es el Mesías, el Señor. Y le reconoceréis por lo siguiente: encontraréis al bebé en pañales y acostadito en un pesebre.

De pronto apareció acompañando al ángel una gran compañía del ejército celestial, cantando alabanzas a Dios:

-¡Gloria a Dios en las alturas del Cielo,

y paz en la Tierra a la humanidad

sobre la que desciende el favor de Dios!

 

Cuando los ángeles se volvieron al Cielo y desaparecieron, se dijeron los pastores:

-¡Vamos a Belén a ver lo que Dios nos ha dicho que ha pasado!

Y dicho y hecho, fueron a toda prisa a Belén, y encontraron a María, a José y al bebé acostadito en el pesebre; y tan pronto como le vieron se pusieron a contarle a todos los que estaban por allí lo que los ángeles les habían dicho del bebé, y todos los escuchaban entusiasmados.

 

Leemos sobre este tema un comentario de William Barclay:

 

<<<Es maravilloso que los primeros a los que Dios comunicó la buena noticia fueron unos sencillos pastores. Los más religiosos de aquellos tiempos despreciaban a los pastores porque no podían cumplir todos los detalles de la ley ceremonial; no se podían lavar las manos meticulosamente, ni observar todos los otros preceptos y reglas. Tenían que atender a las necesidades de los rebaños, así es que los religiosos los despreciaban. Fueron hombres sencillos que estaban trabajando en el campo los primeros que recibieron el mensaje de Dios.

Es hermoso pensar que los pastores que cuidaban de los corderos que se sacrificaban en el templo fueron los primeros en ver al Cordero de Dios que había venido a llevar los pecados del mundo.

Cuando nacía un niño se reunían los músicos del pueblo para celebrarlo y darle la bienvenida con su sencilla música.

Jesús nació en un establo de Belén, que no era donde residían sus padres, así es que no se pudo llevar a cabo la fiesta; pero es hermoso pensar que, aunque no había músicos del pueblo, los músicos del Cielo ocuparon su lugar, y los ángeles le cantaron a Jesús la bienvenida que no pudieron cantarle los hombres.

En estas lecturas nos hemos venido dando cuenta de la ruda sencillez que rodeó al nacimiento del Hijo de Dios. Tal vez habríamos esperado que, si era necesario que naciera en la Tierra, nacería en un palacio o en una mansión señorial.

Es una verdad preciosa del Evangelio, que tenernos un Dios que sabe cómo vivimos, porque ha asumido nuestra vida sin reservarse ningún privilegio. >>>

 

Es cierto: nadie puede afirmar con exactitud el día en que Jesús comenzó a habitar entre nosotros, pero hace más de 2000 años que vive y reina en los corazones de todos los que han creído y creemos en Él y le hemos hecho Rey y Señor de nuestras vidas “y su reinado no tendrá fin”.

Por esto, todos los que le pertenecemos, los que somos Su Iglesia, hemos elegido un día, nos hemos puesto de acuerdo en que, determinado día de cada año, todos juntos conmemoramos, celebramos, y festejamos con gran gozo el día en que el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Qué importa si, como muchos dicen, el 25 de diciembre los romanos celebraban la “Saturnalia” o las fiestas de “Mitra” que eran fiestas paganas. O que La Biblia no manda celebrar el nacimiento de nuestro Salvador. Pero si no está expresamente prohibido: ¿por qué no celebrarlo?

Los verdaderos cristianos festejamos el 25 de diciembre con todo el mundo, pero no como todo el mundo.

La Navidad, el verdadero cristiano, la festeja con su corazón, en el Espíritu. El mundo la festeja con el estómago, en la carne.

Yo no voy a cometer la hipocresía de decir que no debemos reunirnos en familia alrededor de una modesta mesa, pero hagámoslo en el Nombre del Señor y brindemos con una sobria copa de sidra. ¿Pero: por qué brindaremos y por quien brindaremos? Recordemos: Romanos 14:6  El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.

Teniendo muy en cuenta esto, propongo que en este 25 de Diciembre brindemos: por la salvación de nuestras almas y por nuestro único Salvador y Señor: Jesucristo. A Él sea toda la honra, la gloria y la alabanza, por siempre Amén.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD HERMANOS!!!

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