Parte I
Por El Contendor
Definiciones:
según el diccionario de la Real Academia
AVARICIA:
Afán
desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas.
2. f.
Deseo vehemente de algunas cosas buenas.
CODICIAR:
Desear
con ansia las riquezas u otras cosas.
Es
interesante analizar estas definiciones pues desde el punto de vista literal
adquieren un significado, pero desde el punto de vista de la teología moral el
significado puede derivar en otras conclusiones.
Sabemos
que la codicia es una actitud condenada por el décimo mandamiento de la Ley.
Transcribiré un párrafo del comentario bíblico “Mundo Hispánico”:
El décimo mandamiento prohíbe
codiciar todo lo que pertenece al prójimo. El propósito de este mandamiento es
el de ir más allá de la acción humana. El mandamiento prohíbe los deseos del
corazón, la fuente interior de los problemas que se manifiestan en la sociedad.
Tanto la avaricia como la codicia tienen un
ingrediente común: el AMOR al dinero; el
otro ingrediente es la disconformidad con lo que poseemos.
La
Palabra de Dios es muy clara y precisa respecto de este tema:
1Timoteo 6:8 Así que,
teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.
1Ti 6:9 Porque los que quieren enriquecerse caen en
tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y perdición;
1Ti
6:10 porque
raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
Vemos
que la 2ª acepción de la palabra “codicia” dice que es el deseo vehemente de
algunas cosas “buenas”. Pero el término “buenas” es totalmente ambiguo puesto
que lo que el común de la gente se considera bueno, para Dios puede resultar
todo lo opuesto.
No
es malo desear tener una vivienda propia, un buen vestido, un buen calzado, un
automóvil, etc. si sabemos que con el
fruto de un trabajo honesto lo podemos obtener. Desde el punto de vista
material estas serían algunas cosas buenas. Y de esta forma yo no llamaría
codicia a esta actitud.
Pero
si el deseo de poseer esas buenas cosas sobrepasa nuestras posibilidades económicas de
adquirirlas con nuestro trabajo honrado, entonces el deseo vehemente de
poseerlas se transforma en codicia. Pero veamos
cómo puede evolucionar la codicia porque esta evolución está en función
del tiempo y la cantidad de riquezas acumuladas con un gradiente siempre
creciente; pues un codicioso nunca se conformará con lo que tiene. Y mucho
menos se conformará si pierde algo de lo acumulado.
Si
alguien tiene las “cosas buenas” que nombramos más arriba pero no satisfecho
con esto piensa: “cómo me gustaría tener 3 o 4 propiedades para alquilarlas y
con el usufructo colocarlo en una mesa de dinero a un interés lo más alto
posible, que me reportará más beneficios y así en lugar de un auto podría
llegar a tener 3 y hasta podría comprar 2 trajes o vestidos para cada día de la
semana y una buena colección de calzados,
podría adquirir tierras y arrendarlas con lo cual se acrecentarían aún
más mis ganancias, etc. etc. etc.”
Pero
cuantas más riquezas va acumulando el codicioso, su corazón se va endureciendo
más y más. No tendrá el más mínimo escrúpulo en ejecutar un préstamo
hipotecario dejando al propietario de la vivienda en la calle, ni cobrar
intereses usurarios por sus préstamos. ¡Ay de quien caiga en sus redes y no
pueda devolver lo prestado!
En
la misma forma que aumentaron sus riquezas aumentaron las víctimas que fueron
despojadas por el codicioso, pero su duro corazón ya está insensible a
cualquier miseria humana; y si alguna vez tuvo algún temor de Dios ¡ya habrá
desechado todo temor y también a Dios! “Dice el necio
en su corazón no hay Dios”.(Salmo 14:1)
Superados
estos escrúpulos, el codicioso enriquecido no dudará en mentir, estafar,
sobornar y hasta mandar a “suprimir” a todo aquello o aquellos que se interpongan
en el camino de su codicia.
El
Señor no deja de advertirnos una y otra vez sobre la codicia y la avaricia:
Lucas
12:15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no
consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Lucas 12:16 También les refirió una parábola, diciendo:
La heredad de un hombre rico había producido mucho.
Luc 12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué
haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
Luc 12:18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y
los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
Luc 12:19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes
guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
Luc 12:20 Pero
Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has
provisto, ¿de quién será?
Luc
12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es
rico para con Dios.
Lucas 12:33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos
bolsas que no se envejezcan, tesoro en
los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
Luc 12:34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón.
La
biblia, nos dice que todas las riquezas y bienes del mundo pertenecen a Jehová.
Salmo 24:1 De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y
los que en él habitan.
Hageo
2:8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová
de los ejércitos.
Esto queda ratificado cuando leemos Isa_60:5-7,
Isa_60:11, Isa_60:17. Todas las naciones vendrán con sus riquezas
para el servicio del Señor.
Esto ocurrirá durante el milenio, cuando el Señor gobierne rigiendo con
“vara de hierro a las naciones” (Apocalipsis 19:15-16)
Isa 60:5 Entonces verás, y resplandecerás; se
maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del
mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti.
Isa 60:6 Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios
de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y
publicarán alabanzas de Jehová.
Isa
60:11 Tus puertas estarán de continuo abiertas; no
se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las
naciones, y conducidos a ti sus reyes.
Isa
60:17 En vez de bronce traeré oro, y por hierro
plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu
tributo, y justicia por tus opresores.
Deuteronomio 8:11 Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios,
para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno
hoy;
Deu 8:12 no
suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites,
Deu 8:13 y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la
plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente;
Deu
8:14 y se
enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios…….
Deu 8:17 y
digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta
riqueza.