Por El
Contendor
Hace unos 40
años escuche por primera vez una predicación de Luis Palau.
Por aquellos
tiempos se escuchaba a Luis Palau predicando el Evangelio, el mensaje de salvación, sin escenario, sin
banda de rock, sin multitudes que lo aplaudieran, sin previo espectáculo de
circo, orando el Padrenuestro tal como lo enseñó
Jesús, sin el blasfemo Hip-Hop.
Recuerdo sus predicaciones por radio, en el
programa “Cruzada con Luis Palau”, era gratificante para el alma escuchar esos
breves 15 minutos.
Con gran tristeza comencé a ver cómo se
desviaba del camino aquel gran evangelista que fue en un principio; quizás en
su afán por conseguir más audiencia, mas público comenzó a mimetizarse con el
mundo.
Luis Palau conoce muy bien la Palabra. ¿Se
habrá olvidado lo que dijo el Apóstol Pablo a los Gálatas?: Gál 1:10 Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Para buscar el favor de los jóvenes y
atraerlos a sus reuniones, en 1999 comenzaron los “Festivales” bajo el lema “Buena
música, buenas nuevas”. Fueron sin duda un “éxito” reuniendo cientos de miles
de asistentes.
Dos o tres horas de música mundana previa y
cerrando el espectáculo una predicación light del evangelio no me parece una
combinación muy afortunada. Veamos un ejemplo del anuncio que se hizo del festival
que Palau trajo a la Argentina en 2008. Así
se podía leer en un anuncio:
“Sus presentaciones en
vivo llegarán por segunda vez a la Argentina con un multitudinario recital en 9
de Julio y Corrientes que comienza a las 18 y generará un caos de tránsito en
el microcentro, durante la hora pico. Estarán sobre el escenario Maximiliano Guerra, Amelita Baltar, el
cantante puertorriqueño Vico C, el Grupo Gospel Rescate, Kyosko y la mítica
banda argentina Los Náufragos.”
¡Qué pena tan grande! ¿Dónde quedó aquel
buen siervo de Dios que lucía incontaminado por las plagas de la época actual?
Dice Palau que a él no le gusta mucho hablar
del infierno, ¿es que acaso por no hablar sobre este tema va a dejar de existir
el infierno?
Quizás su giro hacia el ecumenismo, y su
acercamiento a la Iglesia Católica haya cambiado sus conceptos sobre el
infierno, tal como lo hizo el papa Juan Pablo II:
El 28 de julio de 1999 en la catequesis que impartió ante 8000 fieles en el Vaticano, el papa Juan Pablo II dijo: “Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría.” Aunque, para algunos, estas palabras de Juan Pablo II provocaron polémica, no se niega la existencia del infierno, pero se le da un sentido espiritual, antes que concreto y material.
Aparentemente Luis Palau tiene un pensamiento sobre el tema del infierno
similar al de la Iglesia Católica, y más se ha acercado a ésta ahora que el
nuevo papa, Francisco, es un gran amigo para él, a tal punto que dijo: “Como
cristiano evangélico, es evidente que tengo desacuerdos con el Papa Francisco.
Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias lo considero un amigo y lo respeto
como persona, aprecio la alta estima que le tiene a las Escrituras, su amor por
Jesucristo y admiro su corazón de servicio”.
Los verdaderos creyentes
evangélicos debemos cumplir con las ordenanzas de la Palabra de Dios, y se nos
ha dicho:
“2Corintios 6:14 No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué
comunión la luz con las tinieblas?
2Co 6:15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué
parte el creyente con el incrédulo?
2Co
6:16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y
los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente”
Alguien podrá decir que los católicos no son incrédulos; pero el creer
en cualquier cosa como las tantas mentiras que se agregan mediante la “Tradición,”
los hace incrédulos a la verdad bíblica, los hace idólatras al poner su fe en
imágenes, desviando la gloria y la alabanza que sólo se debe a Dios. La
devoción a una larga lista de “santos” y distintas “vírgenes” se asemeja a la
que, en la antigüedad, se profesaba a gran cantidad de dioses paganos.
Tanto Luis Palau como el papa Francisco son definitivamente ecuménicos.
Parece que hubieran olvidado que el ÚNICO camino al Padre es Cristo y que en
ningún otro hay salvación.
Yo, como ex católico, (tal como mis queridos padres), comenzamos a
disfrutar de la Palabra de Dios escuchando los mensajes de Luis Palau.
¿En qué punto del camino comenzó a perderse la elocuencia del mensaje
cristiano ahogado por las estridencias de la música del mundo?, la música pop,
los conciertos de rock “cristiano”, el rap, el hip-hop, etc. Todas estas basuras
fueron contaminando las reuniones evangélicas de Palau hasta transformarlas en
un “exitoso espectáculo artístico” donde la música profana mezclada con letras
inciertas, avergonzarían a los antiguos himnos de alabanza acompañados por el
armonio. Se reemplazó el atractivo de Cristo por el atractivo de la música
mundanal.
A lo largo de su campaña, se dice que el predicador ha hablado a más
de 800 millones de personas. Pero ¿Quién podría afirmar con certeza cuántas de
esas personas han nacido de nuevo, es decir : han sido salvas verdaderamente?.
Y ¿Cuántas habrán sido o están siendo condenadas por suponer que son
salvos cuando no lo son?.
Los festivales musicales, luego de 3 horas de “música”, no
precisamente predisponen a escuchar y asimilar un mensaje de salvación que se
cierra con la típica oración de arrepentimiento guiada por el pastor y que
comienza con la frase: “Repitan conmigo:……”
Muchos han supuesto que con esto ya eran salvos, pero quizás se
engañaron a sí mismo.
La conversión a Cristo de miles de personas, en masa, sólo se dio en
la época de Jesús y los 12 Apóstoles. Con el descenso del Espíritu Santo sobre
los apóstoles en Pentecostés, después del discurso de Pedro, nos dice el
evangelio que creyeron y fueron bautizadas como tres mil personas. Pero, el
predicar del Señor y de los Apóstoles era con autoridad y poder de Dios; ellos
no necesitaban montar un espectáculo para que la gente los escuchara y creyera.
El que fuera mi hermano en Cristo, Luis Palau, con mucho dolor lo
encuentro hoy apartado del camino. Si lo pudiera mirar a los ojos le
preguntaría: ¿Qué pasó por tu alma? ¿Cómo fue que abandonaste las sendas
antiguas? ¡Quiera Dios moverte para retomar el buen camino!
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