Por El Contendor
Es absolutamente
necesario poder distinguir entre el Espíritu Santo y cualquier otro espíritu
que se manifieste mediante señales y/o milagros u otros “efectos” que capturen la atención y la voluntad de las personas
llevándolas a un estado de estupefacción.
En un artículo que
escribió el pastor José Holowaty, se dice bastante al respecto:
“La primera pregunta que debe hacerse el cristiano frente a tantos
fenómenos y tantos “siervos del Señor” que invocan su nombre, es
justamente esta:----¿De dónde recibe ese hombre tal poder?-- No basta
con aceptar lo que el “poderoso evangelista... o siervo del Señor” diga.
Es probable que él crea
sinceramente que actúa en el poder divino, que Dios simplemente le da ese poder
y que es un instrumento especial de Dios. Es difícil pensar que el engañador no
sabe que está mintiendo, pero es probable que esté sinceramente engañado.
La fuente de su
poder: En el caso del señor Claudio
Freidzon, él no niega que recibió el poder gracias a Benny Hinn quien tiene una
gran “iglesia” en Orlando,
Florida.
Cuenta públicamente cómo supo
que Benny Hinn cada mañana al levantarse, le dice al Espíritu Santo: “Buenos
días Espíritu Santo” y entre los dos, Benny y el Espíritu, se tratan como
amigos íntimos.
Cuando Claudio Freidzon, según
sus propias palabras, supo de la posibilidad de “recibir más”, hizo hasta
lo imposible por viajar a Estados Unidos y conocer a ese hombre tan especial a
ver si podía recibir de esa unción para estar más cerca de Dios.
Pero... ¿quién es Benny Hinn?
Usted no tiene más que leer sus libros en donde él ofrece su biografía.
Benny Hinn es “hijo” de
Kathryn Kuhlman, quien falleciera hace varios años. Ella también sanaba por
radio y por todos los medios. Aunque “sanó” a muchos y tenía poderes
extraordinarios, murió de cáncer.
Muchos cristianos ingenuamente
creen que todas estas personas están dotadas de poderes del Espíritu Santo.
Sin embargo, Benny Hinn enseñó tantos disparates, que
hace algún tiempo terminó por retractarse de sus propias enseñanzas, admitiendo
que estaba equivocado.
Por alguna razón que él mismo
no se explica, estaba seguro de que hacía bien, que enseñaba lo correcto,
descubriendo luego que no era así.
¿Desde cuándo tenemos que
buscar a alguien especialmente dotado para recibir de él poderes especiales?
Hay gente que sigue a los “sanadores”
porque creen que ciertos hombres poseen ese poder especial, algo que los demás
no tienen, y aunque Jesús es el que sana, uno debe recurrir al sanador de
turno, quien es el “ungido especial” para hacer milagros. Pero
enterémonos de lo que dijo el propio Benny Hinn en una entrevista que salió
publicada en el diario Chicago Tribune del domingo 27 de junio de 1993.
Como el artículo es algo extenso, sólo me limitaré a citar unas porciones.
El corresponsal luego de
describir la forma cómo trabaja Benny Hinn, pasa a referirse a su retracción y
dice:
“En el sermón, Hinn advierte que algunos viejos amigos se sentirán
desilusionados por sus nuevos puntos de vista, y continúa diciendo:
(Palabras
de Benny Hinn)
‘Pero voy a declararlo. Es tiempo de que dejemos de predicar lo que esta
Biblia nunca enseñó... Estoy reexaminando mi entera teología... Estoy leyendo
esta Biblia como creo que nunca la había leído antes. Dios me ha tomado por el
cuello, y está sacudiéndome’.
Sobre la enfermedad y la fe dijo: “Yo de hecho dije que si mi padre
hubiera sabido lo que yo sé, él no habría muerto de cáncer. Tengo que
retractarme y decir que estaba equivocado. Estaba equivocado.
Yo no entiendo estas cosas... no soy Dios. Usted llega a estar tan
convencido de que está en lo correcto que Dios tiene que sacudirlo para sacarlo
de usted... Creo que llegaré a ser mucho más efectivo porque ahora puedo
entender un poco mejor el dolor de algunas personas. Pienso que es cruel
decirle a las personas [que están enfermas porque] les falta fe. ¡Qué cruel!
¡Qué cruel! Les digo honestamente. Creo que voy a dejar de predicar sobre
sanidad y que voy a comenzar a predicar a Jesús. A dejar que él lo haga... Voy
a cambiar la dirección de mi mensaje”.
Más adelante en el mismo
artículo, Benny habla sobre el “Evangelio
de la prosperidad” o riquezas materiales que él y otros predican, y
dice: “Y aquí está, el terrible
suceso final... Pienso que la enseñanza sobre prosperidad ha ido demasiado
lejos hasta el extremo. No niego que Jesús desea bendecirnos... Pero damas y
caballeros, estoy oyendo más ideas mundanas acerca de la prosperidad que ideas
Divinas... Dinero, dinero, dinero, dinero, dinero... (Los evangelistas en
televisión sólo piensan) en dinero... Hemos olvidado que hay miles de niños
(pobres) y personas (pobres) (pero que sin embargo hay) predicadores... que
viven en grandes casas y conducen grandes automóviles”.
Uno quisiera que fuera verdad,
que Benny Hinn realmente se hubiera arrepentido, que finalmente se hubiera dado
cuenta que nunca había servido al Señor.
Él dice que ha decidido
predicar lo que Cristo le mandó. Pero entonces... ¿Qué predicó por tantos años? ¡Herejías, herejías y solamente
herejías! Pero... ¿realmente ha cambiado todo? No necesariamente, porque en
su mismo testimonio (ya que éste no es el único), dice “que Dios le dijo que no usara más su reloj Rolex y que cambiara su
Mercedes por otro vehículo menos costoso”.
¿Será verdad que Dios tiene un
mensaje especial para su mimado Hinn? ¿Será cierto que Dios sigue hablando
porque en su Palabra Escrita no tenemos todo su mensaje? Es un hecho que si Benny Hinn escuchó que alguien le habló y que a su
juicio es Dios, él está todavía como aquel mago del libro de Hechos [Simón] a quien
Pedro le dijo: "No tienes tú parte ni
suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.
Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea
perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión
de maldad veo que estás" (Hch. 8:21-23).
Pero detengámonos en la
experiencia de este tan «íntimo amigo del Espíritu Santo» y descubramos
el engaño. Jesús dijo que cuando viniere el Espíritu Santo, "él os guiará a toda la verdad"
(Jn. 16:13a), es decir, guiará a los suyos a toda la verdad.
¿Cómo se explica entonces que
el señor Benny Hinn después de tantos años, después de alcanzar a millones por
televisión y mediante sus escritos, finalmente reconociera que estuvo
equivocado y que tenía que retractarse de lo que había enseñado?
Si era cierto que el Espíritu
Santo mantenía una comunión tan íntima con él, ¿cómo es posible que ese “espíritu”
en lugar de guiarlo a toda la verdad, le haya guiado al error? Es obvio que
aquí estamos frente a uno de los más grandes engaños de nuestros días.
El espíritu del Anticristo, el
espíritu de error ha tomado control de estos hombres sedientos de adulaciones,
de dinero, de fama, de poder, de mucha gente, de autoridad. ¡Cómo ha de
sentirse un individuo mortal como los demás, que con sólo soplar tira al suelo
a decenas, veintenas y hasta centenas!
Sí, hoy muchos pastores están
esperando un poder especial y acaban por descubrir que ese poder reposa sobre
ciertos individuos que tumban, soplan, que dejan vacíos los hospitales... que “dejan
borrachos a algunos por horas”.
Y según alardea Claudio, “algunas amas de casas
se van tan ‘borrachas del espíritu’ a sus casas, ¡que no pueden preparar la
comida ni cumplir con sus deberes hogareños hasta por 14 días!”
Dios dice
por boca del profeta: "Maldito el varón
que confía en el hombre" (Jer. 17:5a). Obviamente, la fuente
del poder que tumba gente, que hace retorcerse, que hace reír, que hace “sentir
una profunda paz...”, hablar en lenguas, etc ... ¡NO PROVIENE DE DIOS!
APRENDIENDO A DISCERNIR
--La suficiencia de las
escrituras:
Este estudio permite al cristiano que no quiere ser engañado,
evaluar por sí mismo y descubrir quién es quién.
Aquellos que salen a la plataforma y vociferan que Dios les acaba de
decir tal o cual cosa, son sólo engañadores con
credenciales fraudulentos. Dicen por ejemplo: “Dios acaba de decirme que
esta noche habrá una gran manifestación de su Espíritu”. “El Señor acaba de
comunicarme que aquí hay muchos enfermos que serán sanados”. “El Espíritu me ha
dicho que hay muchos pastores que recibirán doble porción”...
La mayoría de los cristianos
escuchan a estos charlatanes y piensan que no tiene mucha importancia, total “Jesucristo
es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” y Dios es Todopoderoso... bien
pudo haberle dicho algo a este tipo porque antes le habló a los hombres, y Dios
quien todo lo puede bien puede hablarle a Claudio, Benny o Kuhlman”.
El asunto no es tan sencillo,
porque la Palabra de Dios es terminante y dice: “Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”
(He. 1: 1,2).
El autor de los Hebreos nos
dice que en una época, en los tiempos del Antiguo Pacto, Dios se comunicaba de
muchas maneras con su pueblo, pero que ahora nuestro único contacto y máxima
revelación es Jesucristo y su Palabra.
Cuando Juan está por terminar
su Evangelio dice: "Hizo además Jesús
muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están
escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es
el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su
nombre" (Jn. 20:30,31).
Sin duda alguna Jesús hizo
muchos otros milagros y dijo muchas cosas más a modo de enseñanza, pero quiso
el Espíritu Santo incluir en las Sagradas Escrituras los 27 libros del Nuevo
Testamento agregándoselos a los 39 libros que ya poseían los judíos.
¿Cómo es posible entonces que un hombre hoy se atribuya todo lo que dice
y hace el Espíritu Santo y al mismo tiempo se rebele contra él al pretender
recibir nuevas revelaciones?
La explicación es mucho más
sencilla de lo que parece.
El tal predicador y
protagonista de milagros carece por
completo del conocimiento del Dios de la Biblia, el Señor de la Biblia y el
Espíritu Santo de la Biblia.
Si les conociera tendría en
cuenta las protestas que hace Dios en cuanto al cuidado que debemos tener con
su Palabra.
Justo antes de concluir el
Canon Sagrado, el Espíritu Santo inspiró a Juan para que registrara estas
palabras: "Yo testifico a todo aquel que
oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas
cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si
alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su
parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en este libro" (Ap. 22:18,19).
Cualquier hombre que pretende recibir mensajes de Dios, algo que no está
escrito en la Biblia, está asociado con espíritus de engaños y hace a Dios
mentiroso.
No hay más revelaciones, la
Palabra de Dios es terminante y dice: "Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo"
(He. 1: 1,2).
La autoridad de la Biblia es
total. Todo cuanto Dios tenía que decirnos ya lo tenemos en este volumen de 66
libros sagrados. "Toda palabra de Dios
es limpia; él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para
que no te reprenda, y seas hallado mentiroso" (Pr. 30:5,6).
Pero... ¿Qué hacer entonces
con las impresionantes reuniones bien concurridas, donde hay tanta
manifestación de poder y donde se practican “danzas sagradas” y se ríen a carcajadas, se reciben “sacudidas
sagradas” y tantas otras cosas que parecen provenir de una fuerza ajena a
la voluntad de quienes las experimentan?
La respuesta es la misma que
tenemos en la Palabra de Dios:
"Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os
profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio
corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan:
Jehová dijo: Paz tendréis; y cualquiera que anda tras la obstinación de su
corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros" (Jer. 23:16,17).
Cuando los predicadores se dan
el lujo de pasar por alto advertencias tan serias como las que tenemos sobre la
infalibilidad y suficiencia de las Escrituras, de allí en adelante cualquier
pensamiento de su corazón, o cualquier susurro del espíritu de confusión es
atribuido a Dios. Es común escuchar a estos profetas del dios Dagón, diciéndole
a pastores, especialmente a jóvenes: “Vaya ahora a su lugar de trabajo, use
esta técnica, este gran poder que acaba de recibir y verá cómo su iglesia
crecerá, cómo Dios estará obrando maravillas en ese lugar y en su ministerio”.
Es que cuando el “predicador” pierde respeto a la Palabra de Dios y al
temor de Dios, cualquier añadidura carece de importancia.
--No hay predicación
de la palabra:
Otro elemento que uno debe tener
en cuenta para descubrir [discernir]
si está escuchando a un siervo de Dios o a un representante de las tinieblas,
es observar cuánto tiempo dedica este "predicador" a
la exposición de la Palabra de Dios.
Si usted ha participado en
algunas de estas reuniones o ha visto un video, habrá notado que hay por lo
menos una hora de "música".
Aunque realmente no es música,
sino el equivalente al mantra hindú. Este factor repetido tiene una finalidad
muy siniestra y el impacto esperado para quien está al frente. Se necesita una
hora, más o menos, para lograr la sugestión colectiva de los aturdidos
espectadores.
Frases como: “Jesús yo te
amo, te amo, más y más... Aleluya, aleluya, aleluya... Gloria a Dios, gloria a
Dios”, etc, se repiten una y otra vez.
Este elemento repetitivo más los
movimientos, porque el "predicador" desde la tribuna
está diciendo, por ejemplo: “Siéntense por un minuto, levántense,
levanten las manos y alaben, alaben, sí alaben más fuerte, ¡hablen en lenguas,
hablen hermanos! Ahora cierren los ojos... Suspendan la música, canten sin música,
ahora muévanse como yo...” Y así continúa esta "marcha
fúnebre". La muchedumbre cual corderitos llevados al matadero, cumple
al pie de la letra las órdenes del "evangelista".
Es que están como ovejas sin
pastor y si alguien viene con una fórmula para acabar con los problemas,
frustraciones y altibajos, ¡es bienvenido!
Ahora compare
estas reuniones multitudinarias con lo que sucedió el día de Pentecostés tal
como está registrado en el capítulo 2 del libro de Hechos, cuando Pedro se puso
de pie para hablar.
Repasemos la
parte final del sermón de Pedro y la respuesta de esta sedienta multitud:
"Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a
este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al
oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros
apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la
promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos
el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les
exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que
recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil
personas" (Hch. 2:36-41).
Permítame ofrecerle un rápido
bosquejo de todo cuanto ocurrió aquí, donde tenemos a un auténtico siervo de
Dios, no a un demagogo traficante de almas.
Pedro le dijo directamente a los
judíos que eran culpables delante de Dios, pecadores, y que por eso habían rechazado
y crucificado al Salvador, a quien Dios levantó de entre los muertos, al único
Salvador.
Estas palabras de Pedro hicieron
un impacto profundo en la vida de ellos, haciendo que se sintieran
profundamente culpables y arrepentidos por lo que habían hecho, ¡se
arrepintieron de lo que hicieron!
Entonces los arrepentidos
hicieron esta pregunta: "¿Qué haremos?" Y la respuesta fue: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo..."
Ellos primero escucharon las
buenas nuevas, luego se arrepintieron y después fueron bautizados
individualmente.
Es notable esto del bautismo,
porque Pedro quería que ellos hicieran
público el cambio en su corazón, en su actitud para con Dios, que todo el
mundo supiera que a partir de ese momento, de perseguidores de Cristo se habían
convertido en sus seguidores.
La vida cristiana no se debe
vivir en el anonimato. Todos con los que estamos en contacto deben saber quién
es Cristo para nosotros.
Luego Pedro les habla en cuanto
al Espíritu Santo, y aclara: "Y recibiréis el don del Espíritu
Santo". El don, que es un regalo, no se obtiene pidiendo. Tampoco se
adquiere pagando por él, ya sea con sacrificios en algún servicio, ayunos,
oraciones, etc.
Pedro deja muy claro, que
aquellos que se arrepienten y depositan su fe en Cristo, automáticamente
reciben el Espíritu Santo. Él tampoco
les dijo que recibirían una porción y que luego serían "llenos".
La herejía de la supuesta "llenura del Espíritu" separada
del momento de la conversión, surgió muchos siglos después.
La Biblia dice que 3.000 personas
respondieron al mensaje de Pedro. Ninguno de ellos fue sugestionado por él ni
ninguno fue manipulado por la falta de escrúpulos del apóstol.
Tampoco recibieron golpes de la
chaqueta de Pedro saturada de poder, ni ninguno de ellos pidió "más
de eso".
No fue necesario dedicar una hora
para ir preparando a la multitud para el momento de la tumbadera. El mensaje de
Pedro que registró el doctor Lucas en el libro de Hechos duró pocos minutos,
pero hizo que las personas se convirtieran, porque fue el Espíritu Santo quien produjo en ellos el deseo de
escucharlo.
Hubo un siervo del Señor que no
vaciló en entregarles este mensaje y el Espíritu Santo coronó de éxito lo que
Pedro valientemente expresó inspirado por el mismo Espíritu. Dice la Biblia,
que una vez salvos hubo como una especie de "consejería",
ya que agrega: "Con otras muchas
palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa
generación" (Hch. 2:40).
Pero... ¿Cuál fue el resultado de
esta gran reunión? Tres mil personas fueron salvas, no quedaron borrachas
del "espíritu". Tres mil fueron sumergidos en las aguas
del bautismo y se integraron a la iglesia, además de los 120 que ya conformaban
la iglesia naciente.
Tres mil almas que perseveraron
en las doctrinas de los apóstoles, en la conmemoración de la muerte de Cristo y
en una vida de oración.
Lucas no dice que ellos hablaron
en lenguas ininteligibles, sino que nos describe una iglesia pujante, una
iglesia que avanzaba en su marcha por conquistar almas.
Nadie dijo que era un gran
avivamiento, porque era demasiado obvio que el Señor cumplía su promesa con
aquellos que se arrepentían.
Pero... ¿Cuál es el resultado de
las reuniones de nuestros días? Los disparates que dice el "siervo
de Dios", los gritos que lanza al ordenarle a sus aduladores que hagan
ciertos movimientos para lograr su objetivo de sugestión colectiva, su falta de
reverencia hacia el Espíritu Santo.
La ausencia total del Evangelio y
de llamamiento al arrepentimiento y a la fe en Cristo, muestra sin lugar a
dudas, la diferencia abismal entre un
auténtico siervo de Dios, como lo fuera Pedro, y tantos otros iguales a Simón
el Mago, quienes hoy no están en Samaria, sino en alguna capital de nuestro
continente.
Las reuniones de estos "predicadores" modernos
se parecen mucho a esa otra que organizara Aarón y sus ayudantes cuando Moisés
se demoró en la presencia del Señor.
Habrá notado que en estas
reuniones hay mucho ruido, danzas y música con ritmo de rock. Cuando llega el
momento del trance, hay silencio, pero para lograrlo, primero se han recorrido
los senderos de golpes fuertes con instrumentos musicales, gritos de aleluyas y
glorias a Dios, "testimonios", danzas "cristianas",
aplausos para Jesús y ¡el tomarse de las manos para esperar por algo muy grande
que va a ocurrir en ese lugar!
Ahora retrocedamos unos miles de
años y comparemos las grandes "cruzadas" de hoy que
revolucionan iglesias enteras, con una "reunión" que
tuvo lugar entonces.
También Aarón "revolucionó" al
pueblo de Israel, arrastrándolo al ocultismo, a la superstición y a la rebelión
contra Dios. Sin embargo, Aarón no vio nada malo en esto, lo hizo simplemente
para retener a la gente mientras Moisés regresaba. Permítame decirle, que este
mismo argumento es el que usan hoy muchos pastores del calibre de Aarón.
Abiertamente dicen: “Si no introducimos esta práctica nos quedaríamos
sin gente”.
Es
sorprendente la similitud que existe entre esta reunión de Aarón y las cruzadas
de alabanza de hoy. El becerro de oro parecía ser el centro de todo aquello.
Aarón lo argumentó así cuando su hermano Moisés lo enfrentó: "Y respondió Aarón: No se
enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado al mal. Porque me
dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el
varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos que le haya acontecido...
Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había
permitido, para vergüenza entre sus enemigos" (Ex. 32:22,23,25).
Pero el pueblo
"desenfrenado", tal como aquel del tiempo de Moisés,
sigue reclamando "borrachera en el espíritu, danzas en el
espíritu, carcajadas, abrazos, caídas, gritos, convulsiones" y
cosas parecidas, todo atribuido al Espíritu Santo.
Las multitudes hoy siguen
mansamente a su becerro de turno, están atravesando un verdadero desierto pues
se les niega el agua de la vida que es la Palabra de Dios, mientras les ofrecen
grandes victorias si tan sólo desean "más y más de eso..."
Efectivamente, en este tipo de
reuniones NO espere oír la predicación del evangelio, porque no se puede servir
al becerro de oro y al mismo tiempo a Jehová, el Dios de Moisés. No es posible
seguir a un hombre con supuestas manifestaciones del Espíritu Santo, quien
asegura mantener una comunión especial con él, quien le saluda cada día
con "buenos días" (debido a su estrecha comunión), y
al mismo tiempo seguir al Cristo resucitado.
Y lo peor de todo, es que tanto
cristianos como no cristianos, "se emborrachan del Espíritu" al
seguir estas nuevas técnicas.
Ya no es necesario el mensaje de
arrepentimiento de Pedro, ni los mandamientos de Moisés para una conducta moral
intachable, porque estos individuos han logrado capturar el derecho a repartir
el espíritu a su entero antojo.
El animador lanza una pregunta:--¿Quieren
más de eso?-- --¡Siií!--, es la
respuesta.
--¡Pues allí va!--, y sopla a diestra y a siniestra para que todos puedan recibir de ese
tal espíritu.
Sin embargo, es muy raro que hoy
se levante un Moisés ante tantos Aarones convertidos en becerros, que denuncie
la gravedad de las prácticas en cuestión.
Es verdaderamente triste que la
gran mayoría, prácticamente todos los hermanos en las iglesias que desean una
respuesta de sus pastores por parecerles extraño lo que ven, no obtengan una
contestación clara, definida, una explicación a la luz de la Palabra de Dios
para exponer y denunciar a estos estafadores.
Pero... ¿Qué ha pasado con los pastores conocedores de la Biblia? ¿Acaso no
tienen la Palabra de Dios que denuncia claramente estas herejías? ¿Acaso dijo Jesús
en la gran comisión que fuéramos por el mundo ocultándole sus enseñanzas a los
pecadores? ¿Acaso el Señor Jesucristo enseñó la sopladera, la tumbadera, las
risotadas, los aplausos, saltos y demás?
Nuestro deber no es organizar
cruzadas de nuevas unciones, sino el siguiente: "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda
potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén" (Mt. 28:18-20).
Le invito a revisar las
enseñanzas de Jesús, y así verá usted que las prácticas de quienes arrastran
hoy a multitudes, nada tienen que ver con lo que él nos mandó que hiciéramos.
En primer lugar debemos "hacer
discípulos", ganar almas para Cristo.
En segundo lugar hay que
enseñarles metódicamente las doctrinas bíblicas, lo que predicó Jesús.
Lo que vemos hoy y tras lo cual
corren las multitudes, se llama apostasía.
Es uno de los engaños de Satanás para que la gente no conozca el verdadero
evangelio de la gracia.
Si quien aparece como predicador
no expone claramente la Palabra de Dios, sino que se pasa toda la noche
ofreciendo una gran manifestación del Espíritu sin siquiera llevar a los
perdidos a Cristo presentándoles el plan de salvación, ese hombre está
engañando, no está cumpliendo con la gran comisión encomendada por el mismo
Señor Jesucristo.
El deber de un predicador
verdadero es doble: Llevar al pecador a Cristo y enseñarle cómo vivir la vida
cristiana instruyéndolo en las sanas doctrinas.
Hasta aquí, hemos presentado este
resumen del estudio “¿Ignorancia o
confusión?” cuyo autor es el pastor José Holowaty de la Iglesia Bíblica
Misionera (Paraguay).
Con la ayuda de lo expuesto en
las 3 partes de esta publicación sobre el DISCERNIMIENTO, más la luz y la guía
del Espíritu Santo que mora en el interior de cada creyente verdadero, observemos
y juzguemos con JUSTO JUICIO las
enseñanzas de todo aquel que dice predicar el Evangelio.
El justo juicio es el no dejarse influenciar por las
apariencias, por las expresiones y las experiencias emocionales y analizar el
discurso y las actitudes del predicador comparándolas con las Sagradas
Escrituras, tal como hacían los cristianos de BEREA para comprobar si la
enseñanza que estaban recibiendo era
verdadera. (Hechos 17:10).
Pero, una vez que empleando el
DISCERNIMIENTO, comprobamos que tal o cual predicador, (más aún si se
autodenomina apóstol o profeta), no predica bajo la guía del Espíritu Santo,
sino que está bajo la influencia de otro espíritu, entonces debemos
identificarlo con nombre y apellido; de
no hacerlo estaremos encubriendo la presencia del lobo en medio del rebaño.
Ya lo he repetido infinidad de
veces: Es obligación de todo
creyente cristiano (que haya nacido de nuevo en Cristo), denunciar a los falsos
apóstoles, profetas o maestros que prediquen un evangelio diferente que
pretenda reemplazar a “la fe que ha sido una vez [y para
siempre] dada a los santos”
Cumpliendo con esta obligación
estaremos siendo fieles al Señor y a Él estaremos sirviendo. No olvidemos esta
preciosa promesa:
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