EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



jueves, 17 de abril de 2014

……….”HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”


Por El Contendor

 

Continuando con la parte final del tema precedente “Los ladrones en la cruz”, tal como lo había anunciado, procuraré dejar al descubierto  una perniciosa herejía que se expone en las doctrinas de algunas sectas como los Testigos de Jehová y los Adventistas del 7º día (Elena G. White) y otras sectas.

La página de internet “Contestando tu Pregunta”, que tiene como subtítulo “Toda la verdad en una página” pertenece al credo de los Adventistas, pero no es precisamente la verdad lo que publica esta solapada página.

Cuando se disfrazan las verdades duras del Evangelio, para suavizarlas y hacerlas más aceptables a los que están deseosos de escuchar lo que Dios ha revelado, se está predicando un evangelio diferente, como lo llama Pablo en Gálatas 1:6-9. Por consiguiente tanto los Testigos de Jehová como los Adventistas y otros que enseñan que después de la muerte del cuerpo el alma deja de existir o entra en un sueño de inconciencia hasta el día del Juicio final.

Estos mismos se esfuerzan por demostrar que no existe el castigo eterno en el lago de fuego y azufre.

 
Reforzaremos la idea de la existencia y conciencia del alma después de la muerte física con los conceptos  del escritor cristiano A.J. POLLOCK (*)

(*) (Contemporáneo de C.T. Russell – Testigos de Jehová)

 
El autor era conferencista y escritor prolífico entre las asambleas de su tiempo. Su folleto fue publicado en primera instancia en Inglaterra en 1920 aproximadamente. Esta traducción no incluye el material que trata de las deficiencias de la King James Versión en inglés, la cual confunde a veces el Seol con el Infierno. Circula otra traducción al castellano, impresa y más extensa.
 
  Leemos a A.J. Pollock:
 
   
<<Existen dos escuelas de pensamiento que enseñan que no hay castigo eterno.  Los adherentes a estas escuelas se llaman respectivamente

 

(I) Universalistas

 

(II) Nihilistas (Aniquilacionistas).

 

El Universalista cree que los que mueren sin haber sido salvos pasarán por un período de sufrimiento de más o menos duración el cual los purificará y al fin serán salvos. Dios, dicen ellos, triunfará sobre el mal. Cierto es, pero no del modo que ellos dicen. El fin legítimo de sus argumentos, aunque no lo presentan tan desnudamente, es que el diablo y los ángeles caídos serán finalmente salvos.

Viendo que Cristo no murió por el diablo y sus ángeles, esto lleva al Universalista a la blasfema doctrina de la salvación aparte de la expiación.

 

Se arguye [por parte de los Universalistas]  que una segunda oportunidad de salvación después de la muerte vaciará el infierno, y se sostiene que el carácter de Dios, como un Dios de amor, demanda esto.

Para afirmar esto se apoyan en la pésima interpretación de 1ªPedro 3:18-20

 

“Porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus  encarcelados;  los cuales en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca; en la cual pocas, es a saber, ocho personas fueron salvas por agua” (1.ª Pedro 3:18-20)

 

Pero ¿hay garantía alguna de que los pecadores que rechazan el Evangelio en esta vida lo aceptarán en la otra? Preguntaríamos atónitos ¿por qué la gente rechaza la primera oferta?  ¿La naturaleza que la rechaza con escarnio en esta vida la abrazará en la otra? ¿Las espinas en esta vida producirán uvas en la otra, o los abrojos de esta edad producirán higos en la otra?

 

Además de esto, la Biblia no sustenta tal esperanza de una segunda oportunidad. Se tuercen uno o dos pasajes de las Escrituras para apoyar esta teoría.  (véase «LA PREDICACIÓN A LOS ESPÍRITUS ENCARCELADOS», W. Kelly):

 

 El significado de esto es claro. Noé predicó al mundo ante-diluviano mientas construía el arca. Fue el Espíritu de Cristo  en él la fuente y poder de su testimonio. Que el “Espíritu de Cristo” fue el motivo y poder del testimonio del Antiguo Testamento está confirmado por 1.ª Pedro 1:11. Él se cuida muy bien de decirnos que ocho personas fueron salvas en el arca. Se sigue que  el resto rechazaron el testimonio de Noé que constituía la predicación misma del Espíritu de Cristo en él. El diluvio los sobrecogió y perecieron. Cuando Pedro escribió, ya había sido espíritus encarcelados por 2,500 años. Esto no presenta dificultad alguna. Nosotros sabemos que Noé fue un “pregonero de justicia”  (2.ª Pedro 2:5) Esto esta en armonía con todo el tenor de la Palabra.

 

Por el contrario, la explicación del Universalista que el Señor descendió literalmente al hades y predicó una segunda oportunidad está asediada por dificultades insuperables.

 

<<Aun en el Antiguo Testamento hallamos abundante indicaciones de lo que estamos buscando. No tenemos que repetir los pasajes ya citados referentes al sheol, demostrando que el alma, al ocurrir la muerte va a una condición de existencia consciente en el otro mundo, en otras palabras, que el alma está dotada de existencia continua… La evidencia sobre este extremo es preponderante, y cuando venimos al Nuevo Testamento el testimonio de este en cuando al hades que es el equivalente de sheol confirma de una manera plena este aserto.

 

Una prueba muy fuerte de lo que hemos aseverado en las primeras páginas de este folleto en cuanto a sheol y hades surge cuando los saduceos quienes, no creyendo en la resurrección, adujeron el caso hipotético de la mujer que tuvo siete maridos y recibieron la respuesta del Señor:

 

“Y de la resurrección de los muertos: ¿no habéis leído lo que os es dicho por Dios, que dice: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos sino de vivos” (Mateo 22:31, 32).

 

Y como si quisiera enfatizar la gran importancia de este incidente, tanto Marcos como Lucas lo registran. Ellos se refieren particularmente, como lo hace Esteban también en su discurso dirigido al Sanedrín, a la ocasión cuando Dios habló a Moisés de entre la zarza ardiente (véase Éxodo 3:6). Los patriarcas mencionados habían muerto hacía ya muchos años. Si sus almas hubiesen dejado de existir, Dios no podría haberse presentado a Sí mismo, como el Dios de ellos.  Pues dice clara y enfáticamente: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Y más aún El dijo: “Yo soy el Dios de Abraham”, etc… Los cuerpos de ellos, está claro, yacían en sus tumbas. Sus almas, es obvio, vivían en la condición de hades, como ya hemos visto.

 

Aún más, Judas, hablando de los moradores de las ciudades impías de la llanura, nos dice que están sufriendo la venganza del fuego eterno. No hay indicio de que el alma duerma o de la no existencia del alma, (véase Judas 7), aunque, cuando Judas escribió, habían transcurrido dos mil años desde que el juicio les había sobrevenido.

 

Pedro igualmente se refiere a los «espíritus encarcelados», aquellos que habían sido desobedientes en los días de Noé. Tampoco él nos deja ver indicio alguno del sueño del alma o de su no existencia a pesar de estos espíritus haber estado encarcelados desde los días antediluvianos.

 

Otra vez, Moisés y Elías aparecieron en gloria sobre el monte de la transfiguración demostrando que tenían existencia consciente, aunque el cuerpo de Moisés había estado en el sepulcro por cientos de años.

 

Enoc y Elías fueron trasladados al cielo sin pasar por la muerte en absoluto, no dándosenos indicio alguno de que el alma duerme o de su no-existencia.

 

 El ladrón agonizante oyó las palabras: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Sé que se ha hecho un esfuerzo para demostrar que « hoy » se refiere al tiempo en que el Señor profirió las palabras, «te digo hoy, este día te digo…», pero la estructura de la oración no permite tal traducción. Evidentemente fue una respuesta de gracia la que recibió el ladrón por su petición, “Señor, acuérdate de mí cuando vinieres a tu reino” (un tiempo futuro) ¡Cuán enfática es la respuesta del Señor! “Te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.”

 

El apóstol Pablo dijo: “De ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de ser desatado, y estar con Cristo lo cual es mucho mejor” (Filipenses 1:23). El no dijo que tenía deseo de ser desatado y entrar en el sueño o la inconsciencia del alma. Seguramente eso no hubiera sido mucho mejor” que gozar del amor del Señor aquí en la tierra y ser usado en su servicio. Él dice claramente, “Ser desatado y estar CON CRISTO”.

 

Y como hacerlo más claro aún, leemos: “Más confiamos, y más quisiéramos partir del cuerpo y estar presentes al Señor” (2.ª Corintios 5:8). Aquí se trata de la separación del alma del cuerpo, y su presencia CON el Señor. No hay indicio de sueño del alma sino que claramente describe un estado intermedio de felicidad.

 

El rico y Lázaro

 

Tenemos aún las propias palabras del Señor:

 

“Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado. Y en el infierno (hades) alzó sus ojos, estando en tormentos” (Lucas 16:22, 23).

 

El Señor presenta la verdad aquí en lenguaje inequívoco. El cuerpo del mendigo yacía en el sepulcro mientras su espíritu pasó a un estado de felicidad. El seno de Abraham es simbólico de la porción feliz de los santos de Dios que habían muerto en el Antiguo Testamento. 

 

El cuerpo del rico estaba en el sepulcro. “Alzando sus ojos” es, como ya hemos visto, simplemente lenguaje simbólico que describe el estado consciente de su alma. El lenguaje simple y gráfico atrae más la atención de las personas no importa cuál sea su grado de cultura, que una descripción del estado consciente del alma después de la muerte hecha en términos científicos la cual hubiese sido inadecuado para los oyentes del Señor. El hecho es que no hay la mínima dificultad en la narración tomada en su justo sentido. A diario al hablar, estamos usando constantemente lenguaje figurado que todos entienden. Nueve décimas de la crítica antibíblica no es honrada, y tiene la clara intención de desacreditar la Biblia. Pero aún ésta existe tan vital y vigorosa como siempre. En los pocos incidentes y pasajes ya referidos tenemos tanto al creyente como al inconverso en un estado consciente en cuanto a sus almas, después de la muerte.

 

Más aún, en lo que se refiere a los creyentes, la vida eterna les pertenece y vivirán para siempre; en cuanto a los inconversos, “la ira de Dios permanece sobre ellos”, probando en ambos casos su existencia eterna, aunque en distintas condiciones. Con esta evidencia ante nosotros, la cual podría multiplicarse de permitirlo el espacio, tenemos prueba clara y preponderante de la existencia eterna del alma.

 

No confundamos la vida eterna con la inmortalidad. La vida es la porción presente y eterna de cada creyente en Cristo. La inmortalidad, según es presentada en las Escrituras en relación con el creyente es aquello que él recibirá en cuanto a su cuerpo en la segunda venida del Señor.

 

Ni bastará decir que la expresión “muerte segunda” significa aniquilamiento a la faz de la expresión “la ira de Dios permanece sobre él”;  habiendo personas vivas sobre quienes permanece la ira. Además, la expresión: “el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás”, debe indicar que haya personas vivas, capaces de sufrir tormento. Aún más, la expresión, “el gusano de ellos no muere”, etc. Una cosa aniquilada no puede poseer nada, pero dice aquí, “el gusano de ellos no muere”, indicando posesión.

 

La palabra muerte se usa en tres relaciones. Ella expresa:

 

(1) Separación moral de Dios por causa del pecado

 

(2) Separación del cuerpo, respecto del alma y del espíritu.

 

(3) Separación eterna de Dios.

 

En ninguno de estos casos significa aniquilación.

 

En cuanto a la primera (1), leemos de aquellos que se hallan “muertos en delitos y pecados” cuando tanto el cuerpo como el alma están juntos vivos en esta tierra.

 

Muerte en el sentido en que se emplea el término en el segundo caso (2), no necesita comentario salvo decir que no significa «dejar de existir», como ya lo hemos demostrado con gran abundancia de pruebas. El sentido en que se usa el término en el tercer caso (3) es claro: “Y el infierno (hades) y la muerte fueron lanzados en el lago de fuego. Esta es la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14).  La segunda muerte es una existencia de miseria permanente y eterna. Con frecuencia usamos la expresión,  “vivir muriendo” y lo que queremos decir se entiende con toda claridad. Aquí el significado es igualmente claro: “muerte segunda”  lo cual significa existencia eterna y consciente bajo la ira de Dios, separación eterna de Dios, lo cual debe significar miseria y tormento, porque toda verdadera bendición y todo gozo consisten en nuestra justa relación con Dios.

 

El castigo es eterno

 

Abordemos más directamente la pregunta: ¿Es eterno el castigo de los perdidos?  Si la ira de Dios permanece sobre el incrédulo, como dicen las Escrituras, éste tiene que existir para que la ira de Dios pueda permanecer sobre él. No podemos eludir el significado claro de estas palabras. Si el incrédulo es aniquilado, la ira de Dios no puede permanecer sobre lo que no existe. Recuerdo que hace muchos años dos Adventistas en Jamaica me informaron que ellos creían en el castigo eterno. Si el pecador fuera aniquilado, argüían ellos, seria eterno, pues es irrevocable. Y añadían con aire de triunfo: «Castigo eterno no quiere decir castigar eternamente». Yo les repliqué: «¿Significa tres meses de castigo, castigar por tres meses?». Ellos admitieron que sí. Entonces, repliqué yo, «castigo eterno significa castigar eternamente».

 

Pero, dice el que sostiene la teoría del aniquilamiento, ¿no dice la Biblia que debemos temer a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo? ¿Destruir no significa aniquilar? De ninguna manera.

 

Destruir significa inutilizar una persona o cosa en relación con el propósito para el cual fue hecha. Dejamos caer una taza, se rompe en fragmentos. Decimos, con mucha razón: “esta destruida”. Que ése es el significado de la palabra es sumamente claro. La palabra para destruir que se usa en el griego es apollumi. Por ejemplo leemos:

 

Los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y a Jesús matase (griego, apollumi)”  (Mateo 27:20).

 

¿Podían los judíos aniquilar al Señor? Seguramente que no. Pero ellos podían (permitiéndolo Dios) llevarlo a muerte. Y eso es lo que quiere decir aquí.

 

Leemos otra vez:

 

“Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden (griego apollumi)” (Marcos 2:22). 

 

Evidentemente, destruir aquí quiere decir los odres inservibles, pero no aniquilados.

 

Volvemos a leer:

 

Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido (griego apollumi)” (Lucas 15:6)

 

¿Podía el Buen Pastor haber hallado algo que estaba aniquilado, algo que no era algo? No, era una oveja perdida o destruida la que Él halló; y la salvó de su estado de perdición, y la rescató de destrucción.

 

Otra vez leemos:

 

“Si nuestro Evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden (griego apollumi) está encubierto” (2.ª Corintios 4:3)

 

Muy evidentemente los perdidos o destruidos aquí son pecadores de este mundo. Sería innecesario hablar de un  Evangelio encubierto de personas que no existieran.

 

Podrían citarse muchos pasajes al efecto, pero con estos basta para demostrar que la palabra destruir no significa aniquilar.

 

Palabras de J.A.Pollock:

<<“Escuché a C. T. Russell  [1852 - 1916;  el primer presidente del movimiento que hoy día se llama corrientemente Testigos de Jehová] hablar ante un auditorio de quizás mil personas. Nos dijo que Dios había sentenciado al hombre a la muerte y esto se realizó en la ocasión de Génesis 2.17: “El día que de él [el árbol] comieres, ciertamente morirás”. Él afirmó que, con el tiempo, Adán murió en cuerpo, alma y espíritu, y así se realizó el juicio. Muerto Adán, se acabó el juicio. El señor Russell enfatizó repetidas veces que Dios había dicho que la muerte acá es todo el juicio, y así tenemos que creer.

No pude aguantar semejante distorsión de la Palabra de Dios, así que me levanté y exclamé al oído de todos: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después —después— de esto el juicio, Hebreos 9.27”.

El engañador se quedó atónito y luego recuperó su mesura. “Pues, yo no puedo tratar todos los versículos de la Biblia de una vez”, respondió. “Por el momento me limito a Génesis 2.17”.

Pero si uno lee su Biblia con reverencia, no puede llegar a ninguna otra conclusión salvo aquella de que hay por delante del incrédulo un terrible castigo eterno. Con todo, el gran mensaje de la Palabra de Dios es que el Evangelio es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; Romanos 1.16. Que el lector se asegure que se encuentre entre ellos.>>

 

Un orador en una conferencia sobre la inmortalidad condicional tuvo la audacia de decir:

 

«El significado natural y escritural de ‘destruir’ es completamente claro. El significado que da el diccionario es: ‘arruinar o aniquilar por demolición  o fuego, derribar, deshacer, asolar, matar y extirpar’, etc. Los significados contrarios e inconsistentes son metros refugios de teólogos que procuran alterar el significado propio y verdadero para acomodarlo a alguna interpretación errónea de las Escrituras… Gehena es un lugar de destrucción.»

 

Cabe preguntar, El término traducido del original en griego por destruir ¿está bien traducido? El uso claro del término no puede significar aniquilamiento, y el orador arriba citado podría con la misma exactitud consultar un diccionario en lo que se refiere a los significados de los términos “perder”, “mutilar” para obtener entonces el significado de “destruir”. Tales tácticas denuncian o una ignorancia de la cual un niño de escuela se avergonzaría o una incalificable falta de honradez.

Recordemos que el lenguaje vino a la existencia traído por el hombre  para expresar sus ideas. La palabra se acuña para llenar una necesidad, y por lo tanto la necesidad es seguida por la palabra. Teniendo en cuenta que el hombre está limitado por el tiempo y el sentido y todo lo demás fuera de esto está lejos de su genio, y que él depende de la revelación divina para todo verdadero conocimiento de lo que sigue después de la muerte, uno no esperaría hallar en el lenguaje humano palabras que pudieran expresar ideas divinas y eternas.

 

El Apóstol Pablo nos da testimonio de esto último:

 

2Co 12:2  Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

2Co 12:3  Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),

2Co 12:4  que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.

 

Supongo que con lo dicho hasta aquí, ha quedado demostrado que tanto los Testigos de Jehová como los Adventistas del 7º día  han alterado el Evangelio de Jesucristo al negar la existencia continua y eterna del alma. Pero esta no es la única herejía, negar el eterno castigo en el lago de fuego y azufre, es querer contradecir al mismo Señor Jesucristo. Ellos mismos comprobaran la existencia del fuego eterno cuando sean arrojados allí, cuando escuchen la terrible sentencia:

 

Mateo 7:23  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

 
Oremos a Dios por esas personas para que dejen de predicar el falso evangelio y se vuelvan hacia la Sana Doctrina; reconozcan sus errores doctrinales y los rectifiquen ante sus congregaciones, pues es mejor avergonzarse delante de los hombres para no tener que avergonzarse delante de Dios.
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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