EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



viernes, 16 de mayo de 2014

LA DISCIPLINA DE DIOS – epílogo


Por El Contendor

En la publicación anterior procuramos hacer notoria la diferencia entre la ira de Dios y la disciplina de Dios.

En la presente nota complementaremos algunos conceptos sobre el tema que tiene más interés para los hijos de Dios: la disciplina.

Cerramos el escrito anterior diciendo: “Dejaremos de compadecernos de nosotros mismos si recordamos que no hay disciplina de Dios que no venga del manantial de Su amor y que no sea para nuestro bien.”

Todo hijo de Dios que peca recibe, en algún momento, la disciplina de su Padre.

“Romanos 3:23  por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

(3:24)  siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,”

Romanos 3:24 no quiere decir que tengamos permiso para pecar, sino que el pecado que cometemos no nos hace reos de condenación eterna pues hemos sido justificados por gracia, porque nuestro Señor Jesús ya pagó por ese pecado nuestro muriendo en la cruz. Pero esto no nos exime de la disciplina que corresponde por nuestra transgresión.

Veremos cómo actúa la disciplina de Dios en nuestras vidas y cómo un verdadero hijo de Dios debe recibirla y valorarla.

Transcribiré, en primer lugar un párrafo tomado de un video de Tim Conway donde se aborda este tema:

 

Salmo 119:71  Bueno me es haber sido afligido,

Para que aprenda tus estatutos.

David dice “Me hizo bien haber sido afligido” ¿saben por qué?: Cuando somos afligidos aprendemos los decretos de Dios. ¿Se dieron cuenta alguna vez que el mayor crecimiento en sus vidas no viene en los días en que el sol brilla, los pájaros cantan, el cielo está azul, todo marcha bien y tu cuenta bancaria está llena?¿No te has dado cuenta que no es ahí cuando creces?

Es cuando todo está difícil, cuando sufres, cuando pasas aflicciones, cuando el fuego está caliente, Ahí es cuando crecemos.

Volviendo a Hebreos 12:11, estamos hablando sobre la naturaleza de la disciplina. La cuestión es que la disciplina gira en torno al pecado

“Hebreos 12:11  Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

Entonces: ¿qué es lo que hace la disciplina? David dijo: “me hizo bien haber sido afligido,  porque así llegué a conocer tus decretos”

¿Sabes lo que dice el autor de Hebreos?: Dice que “da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.

¿Ejercitados en qué?: Ejercitados en la disciplina. La disciplina nos entrena, por eso se llama disciplina.

La disciplina muchas veces la vemos como algo malo, pero ¡es algo bueno!

La disciplina es buena, el entrenamiento es bueno, pero también son dolorosos  No pienses que algo está disciplinando tu vida si no es doloroso. Ese es otro aspecto de la naturaleza de la disciplina.

¡Es dolorosa! ¡Se la llama aflicción! ¿por qué? Por que aflige.

Es para el presente, es doloroso, pero es una expresión de la bendición de Dios, y del amor de Dios.

Salmo 94:12  Bienaventurado el hombre a quien tú, Jehová, corriges,

Y en tu ley lo instruyes,

Salmo 119:75  Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos,

Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.

Dios es fiel cuando nos aflige.

Proverbios 13:24  El que detiene el castigo, a su hijo aborrece;

Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.

Por lo tanto: La disciplina debe captar nuestra atención, y es evidente que la pena y el dolor captan nuestra atención más que ninguna otra cosa.

Dios no capta nuestra atención cuando estamos contentos. Dios no capta nuestra atención si nuestra cuenta bancaria está llena. Dios no capta nuestra atención si nuestro automóvil está andando bien.

Todo lo que tienes que hacer es mirar tu vida: ¿Cuándo oras más? ¿En qué momento un hijo de Dios ora como nunca antes lo ha hecho?: ¡Cuando las cosas están difíciles!, ¡cuando todo se está viniendo abajo! ¡cuando no llega a fin de mes!

Cuando viene tribulación hace que corras a esconderte bajo las alas de tu Padre y te aferras más a Él, para orar con más frecuencia y sumergirte en las Escrituras con más diligencia.

Si disciplinas a tu hijo de manera correcta, al final te estará abrazando.

El mundo no concibe tales cosas, piensan que dar unas palmadas (nalgadas) es algo cruel; pero si lo haces de la manera correcta y con amor, al final tu hijo se aferrará a ti.

Si lo haces de manera incorrecta, se irá ofendido contigo.

Dios sabe cómo hacerlo correctamente, y si no está produciendo el fruto adecuado [arrepentimiento], es evidencia de que no eres hijo de Él.

En otras palabras: si tribulación y dificultad llegan a tu vida, eso que provoca dolor, eso que te aflige llega a tu vida y te ofendes con Dios y no te gusta…., no eres su hijo.

 

¿Sabes qué es lo que debe producir la disciplina de Dios?: ¡santidad! ¡justicia!

El fruto apacible de justicia, para que participemos de Su santidad.

Si el castigo, la aflicción y la tribulación no produce eso en tu vida, no está bien.

Presten atención a esto:

2Corintios 7:10  “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.”

Esta es la cuestión: Cristo dice: “Yo reprendo a todos los que amo”

El objetivo es conducirnos al arrepentimiento. El dolor es lo que produce la disciplina. El dolor produce angustia, produce tristeza. El dolor según Dios, la tristeza según Dios, conllevan al arrepentimiento, ¿está claro?

Compare el remordimiento de Pedro y su arrepentimiento [tristeza según Dios], con la amargura y el suicidio de Judas [tristeza del mundo]. Ambos negaron a Cristo. Uno se arrepintió y fue restaurado a la fe y al servicio; el otro se quitó la vida.

 

Pensemos en la naturaleza de la disciplina de Dios: ¿Por qué Dios nos disciplina, cuál es siempre el motivo?: ¡El pecado!

Él nunca disciplina por otro motivo que no sea el pecado. ¡Es nuestro pecado!

Dice el Señor Jesucristo en Apocalipsis 3:19

Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”

¿Qué es lo único que necesitamos?: Arrepentirnos

En otras palabras: “Te disciplino a causa del pecado en tu vida”.

Así que: Todo hijo de Dios es disciplinado cuando peca.

Voy a hacerte una pregunta: ¿Puedes pecar y salirte con la tuya?

No, si realmente eres hijo de Dios, no puedes continuar en pecado y salirte con la tuya. Dios Vendrá por ti y sentirás su vara en tu espalda, y algo más: la disciplina de Dios siempre es la correcta para tu pecado.

 

                                                               La enfermedad como disciplina de Dios

Del libro “Caminado con Dios” de J.C. Ryle

Quizás encuentre sorprendente el hecho de que la enfermedad nos pueda hacer un bien. Muchas personas nunca consideran esto. Ellos ven solo el sufrimiento y el dolor y no ven el bien en ningún sentido. Ahora, estoy de acuerdo que si no existiera el pecado en el mundo, sería imposible que la enfermedad hiciera algún bien a los hombres.

No había enfermedad en el mundo perfecto que Dios creó en el principio. Pero Dios en su sabiduría  ha permitido la enfermedad desde la caída del hombre, y es tanto una bendición como una maldición.

Dios es capaz de usar nuestro dolor y sufrimiento temporales para lograr un bien más alto en nuestra mente, nuestra conciencia y nuestra alma, un bien eterno.

I) La enfermedad nos ayuda a recordar la realidad de la muerte. Muchos hombres viven como si nunca fueran a morir, y no se preparan. La enfermedad les puede recordar acerca su realidad como mortales, para que no lo olviden.

II) La enfermedad ayuda al hombre a pensar seriamente acerca de Dios. Mucha gente, mientras tiene salud, escoge olvidarse de Dios y de su relación con Él. La enfermedad les recuerda que algún día tendrán que enfrentarse con Él.

III) La enfermedad ayuda a cambiar nuestra perspectiva de la vida. Muchas personas nunca piensan en ninguna otra cosa que no sea su propia felicidad en este mundo. Un periodo prolongado de enfermedad puede cambiar su forma de valorar las cosas que antes consideraban como muy importantes. Por ejemplo, el hombre que ama el dinero puede aprender que el dinero no le puede consolar cuando está enfermo.

IV) La enfermedad ayuda a humillarnos. Todos somos orgullosos por naturaleza. Buscamos a alguien que podamos criticar y hacer menos. Pero la enfermedad nos muestra nuestra debilidad. Ella viene a los ricos y a los pobres, a los famosos y a los desconocidos, y nos coloca a todos en el mismo nivel.

V) La enfermedad nos ayuda a probar nuestra fe cristiana. Nos ayuda a aprender si nuestra fe cristiana es real o no, si esta edificada o no sobre un fundamento sólido. Muchas personas no están edificando sobre un fundamento sólido, y un tiempo de enfermedad puede hacerles ver que su “cristianismo” no les trae ningún consuelo en la hora de prueba.
No digo que la enfermedad siempre beneficia a todas las personas en estas maneras. ¡Al contrario! Muchos experimentan la enfermedad, y su subsecuente comportamiento demuestra que no aprendieron nada de ella. Sus corazones están endurecidos y la enfermedad no les hace ningún bien. Pero hay muchas personas a quienes Dios ha hecho que su enfermedad les sea una bendición. Dios la ha usado para hablarles, y conducirles a buscar a Cristo. Entonces, nunca debemos quejarnos de nuestra enfermedad. Si reaccionamos correctamente ante ella, nos puede hacer mucho bien.

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