EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



viernes, 21 de noviembre de 2014

FORMAS DE PREDICAR UN MISMO EVANGELIO – Parte III


Por El Contendor

 
En este capítulo en el que hemos analizado las formas de predicar un mismo evangelio, presentamos como ejemplo de denuedo, (en el significado más amplio de la palabra), a los Apóstoles Pedro y Pablo.

Pero en esta 3ª parte observaremos que hay otra forma de predicar el mismo evangelio (siempre dentro de la Sana Doctrina) a la que hace referencia Pablo en su carta a los Filipenses:

Flp 1:14  Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.

Flp 1:15  Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad.(*)

Flp 1:16  Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones;

Flp 1:17  pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio.

Flp 1:18  ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.

 Dejaremos planteadas estas dos preguntas:

1) ¿Cómo será esto de predicar a Cristo por envidia y contienda? Y 
2)¿Encontramos hoy pastores que prediquen por intereses tan mezquinos?

Antes de intentar responder estas preguntas,  leamos el siguiente comentario bíblico que nos ubicará en el contexto:
Comentario del N.T. de Serafín de  Ausejo:

 
Cuando Pablo escribió la carta a los Filipenses, estaba preso. Habla con frecuencia de sus cadenas y se enfrenta con la posibilidad de ser condenado a muerte.

 
 
En ella se nos abre con una especial intimidad el alma de Pablo, sus anhelos, sus deseos y, sobre todo, su fe. Y esto es lo que hace que esta carta sea tan valiosa para nosotros.
Ha sido calificada como la más personal de todas las cartas paulinas. Al leer estas líneas nunca debe perderse de vista la lastimosa situación del Apóstol.
Las cárceles del mundo antiguo no eran precisamente demasiado humanitarias, la alimentación era miserable. Teniendo esto en cuenta, cabría esperar propiamente que en la carta hubiera una serie de quejas sobre los hombres, sobre la inseguridad del futuro, sobre la falta de libertad de la situación.
Pero no hay nada de esto. El autor de la carta entiende perfectamente su suerte desde la base de su fe cristiana y no se contenta con superarla, sino que la convierte en un magnífico testimonio de fe.
Se despliega ante nosotros la magnitud del esclavo de Cristo; pero una magnitud y una grandeza que no está lejos de nosotros, como algo inalcanzable, sino dentro de un contexto humano, como algo real, comprensible e imitable.
Los que tienen que sufrir, los que están sometidos a prueba por causa de la fe, encontrarán en el Apóstol doliente una digna norma de la fe.

Debemos localizar el lugar de prisión de Pablo, desde donde fue escrita esta carta, en Éfeso, la metrópoli de Asia Menor a orillas del Mar mediterráneo. Sólo ocho días de viaje separaban esta ciudad y Filipos.

La antigua opinión, según la cual Pablo escribió la carta a los Filipenses desde una cárcel de Roma pierde crédito de día en día.

 Comentarios de William Barclay y Siglo veintiuno.

 Aquí está hablando el gran corazón de Pablo. El estar él en la cárcel ha incentivado a la predicación del Evangelio.

Ese incentivo actuó de dos maneras. Estaban los que le amaban; y, al saberle en la cárcel, redoblaban los esfuerzos para extender el Evangelio para que no perdiera terreno por estar Pablo inmovilizado.

Sabían que la mejor manera de deleitar su corazón era hacerle ver que la obra no sufría por su lamentable ausencia.

Pero otros estaban motivados por lo que Pablo llama eritheía, y predicaban por sus propios fines partidistas.

Eritheía es una palabra interesante. En su origen no significaba más que trabajar por el sueldo. Pero si uno trabaja solamente por él sueldo no tiene la motivación más elevada.

No considera nada más que lo que pueda sacar para sí. De ahí que llegara a significar el espíritu mercenario y ambicioso que no hace nada nada más que para engrandecerse a sí mismo; y llegó a aplicarse a la política y a querer decir hacer lo que fuera para ganar votos.

Así llegó a describir la ambición interesada y egoísta que no busca más que encumbrarse sin prestar atención a los medios a los que tiene que rebajarse para obtener sus fines.

Así es que había algunos que predicaban a Cristo más intensamente aprovechándose de que Pablo estaba en la cárcel, porque esa circunstancia parecía ofrecerles una oportunidad enviada del cielo para aumentar su propio prestigio e influencia y disminuir los de él.

Aquí encontramos una lección. Pablo no sabía lo que eran los celos ni el rencor.

(*) Mientras se predicara a Cristo, no le importaba quién recibiera los honores o el prestigio.

No le importaba lo más mínimo lo que otros predicadores dijeran de él, ni lo enemistados que estuvieran con él, o lo mucho que le despreciaran, o que trataran de sacarle ventaja.

Lo único que le importaba era que se predicara a Cristo.

Es triste que Pablo tuviera que señalar que había algunos que predicaban a Cristo por envidia y contienda, por ambición egoísta, aun con el deseo de hacer las cosas más difíciles para sus prisiones. No conocemos las circunstancias.

Es claro que Pablo no desafía el contenido de la predicación, sino su motivación. Quizá se trataba de líderes de la iglesia en el lugar del encarcelamiento de Pablo antes de llegar él, y ahora estaban celosos de su reputación por causa de sus la bores apostólicas, y estaban decididos a superarlo y muy dispuestos a causarle angustia.

En lugar de retardar la expansión del evangelio, la prisión de Pablo ha creado nuevas oportunidades para dar testimonio, particularmente entre la élite del ejército romano. Esta experiencia ha estimulado a otros a predicar con mayor energía, aunque algunos por motivos equivocados. Pablo no tiene reproches contra esta gente porque su doctrina es correcta. Su reacción es completamente diferente

a la que exhibe contra los agitadores doctrinales que menciona en el capítulo 3.

La magnanimidad de Pablo, que aquí aflora, no debe ser calificada de tolerancia. No se trata de gentes que hayan difundido un error.

 La respuesta a la pregunta (1) ha sido dada por los comentarios que anteceden.

La respuesta a la pregunta (2) es: Sí, existen hoy pastores que predican la doctrina correcta pero lo hacen por su propio interés o beneficio monetario.

Pero aquí existe un riesgo, para el pastor y para su rebaño:

Cuando la doctrina es sana, pero la motivación no está en el amor de Cristo sino que está en la vanagloria y en la ambición personal del que predica, esto lleva  a procurar un aumento de la membresía empleando recursos aparentemente inocuos, pero que finalmente terminan convirtiendo la Sana Doctrina en un espectáculo teatral o peor aún en un aquelarre pagano.

Esta declinación de la Sana Doctrina, generalmente, comienza por los cambios en la música empleada para la alabanza y adoración. Se deja de lado Efesios 5:19  hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;” el hermoso Himnario Bautista  se abandona como una pieza en desuso y peor aún:  con el objeto que los jóvenes se agreguen a la iglesia, se incorporan estilos de la era contemporánea como el heavy metal, el death metal, el screamo, así como el rap, el hip hop y el reggaeton, que son fuertemente desaprobados por sectores conservadores de la comunidad cristiana, que llegan a denunciar la aceptación de éstos como una forma de secularización que pervierte el carácter de consagración y santidad de la música.
El conocido ministerio "I'll be honest", por ejemplo, desaprueba la música con sonidos estridentes, distorsionados y violentos, considerando que no tiene lugar en el cristianismo.

Otro recurso para “captar público” es el de “alivianar” la doctrina; esto es: sin torcerla ni adulterarla, destacar más los aspectos positivos de la Fe, Dios es amor,  la salvación, la vida eterna, las bendiciones que recibe el creyente, etc. pero, por otra parte, no mencionar o disimular las dificultades de transitar por el camino angosto:

Mateo 7:14  “porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Ni que hablar de algunos versículos tales como:

Juan 3:18  El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Juan 3:19  Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

 Otro versículo que algunos pastores prefieren no citar es:

Mateo 7:22  Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Mateo 7:23  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

También el tema del infierno prefieren suavizarlo porque lo consideran “espanta gente”.
Si tuviera que dar un ejemplo hoy de  pastores que predicaron la doctrina correcta pero lo hacen por su propio interés o beneficio monetario, citaría a Luis Palau.

Yo he comentado sobre este célebre evangelista en la nota aparecida en este mismo blog bajo el título “Los caminos de Luis Palau”, el 08-09-2013, donde recordaba el inicio de sus famosas “Cruzadas con Luis Palau” en las cuales se “respiraba” la Sana Doctrina.

Luego, música mediante, se fue produciendo la “metamorfosis” para llegar a los recitales multitudinarios de hoy donde cada vez hay más música y espectáculo y menos Biblia y Sana Doctrina. El mismo Palau reconoció que él prefiere no hablar mucho acerca del infierno.

Por lo visto, su mimetización con el mundo, le acarreó sus buenos beneficios económicos y su fama como predicador llegó a los lugares más alejados del planeta.

Pero no olvidemos que “sic transit gloria mundi” (así pasa la gloria del mundo) y al final de nuestra estadía en este mundo, habremos de comparecer ante el Tribunal de Cristo para dar cuenta de nuestros actos y allí tendremos la certeza si nuestra actitud agradó más a Dios o agradó más a los hombres.

Pero lo cierto es que mientras se predique la Sana Doctrina y el Evangelio Verdadero, no adulterado, deberemos decir junto con el apóstol Pablo:

 
Filipenses 1:18  ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.

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