EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



viernes, 30 de enero de 2015

EL CENSO DEL REY DAVID – ¿Confiar en Dios o en las propias fuerzas?


Por El Contendor

 

Revisemos un poco la historia de David para entender mejor sus motivaciones y su relación con Dios:

David era el menor de los ocho hijos de Isaí de la tribu de Judá. Como era costumbre en aquella época, el menor era el más postergado de sus hermanos y al que se le daban las tareas pastoriles. Sus hermanos mayores (tres de ellos) eran soldados del rey Saúl.

19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.

A veces un ejército evadía una batalla muy costosa al enfrentar a su guerrero más fuerte, contra el guerrero más fuerte de su enemigo. Esto evitaba un gran derramamiento de sangre, porque el ganador de la pelea era considerado el ganador de la batalla.

Goliat, de 2.70 m de alto, ridiculizaba a los soldados israelitas, y parecía invencible ante ellos. Saúl, el más alto de los israelitas, pudo haber estado preocupado porque él era obviamente el rival más adecuado para Goliat. A los ojos de Dios, sin embargo, Goliat no era diferente de los demás.

1Sa 17:32  Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.

1Sa 17:33  Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.

1Sa 17:34  David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,

1Sa 17:35  salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.

1Sa 17:36  Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.

1Sa 17:37  Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, Él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Vé, y Jehová esté contigo.

 

Como se infiere de estos pasajes bíblicos, desde sus tiempos de pastor de ovejas, David, nos revela su carácter “temerario” al luchar contra los leones y los osos en defensa de sus ovejas. Pero nótese que he puesto la palabra temerario entre comillas, pues su definición se aplica a alguien que es “excesivamente imprudente” al enfrentar peligros.

Pero David no era, de ningún modo, imprudente pues él depositaba su confianza total en Jehová.

Seguramente en la mente de David resonaban vívidamente las palabras  con las que Dios alentó a su antepasado Josué:

Josué 1:5  Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé

 

Cuando Samuel le anuncio al rey Saúl que, por su pecado de desobediencia, Dios lo iba a reemplazar, le dijo:

1Samuel 13:14  Más ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.

 

Ese varón conforme al corazón de Dios, era David.

 

En toda su trayectoria desde que era pastor del rebaño de su padre hasta que, por voluntad de su Padre Celestial, le tocó a David apacentar al reino de Israel durante 40 años, Jehová estuvo siempre a su lado, y por el poder de Dios, doblegó a sus enemigos extendiendo su reino sobre un vasto territorio.

Pero David también cometió pecados y muy graves; pero supo reconocerlos, confesarlos ante Dios, arrepentirse, clamar por misericordia y aceptar con humildad el merecido y justo castigo de Jehová.

Cuanto más grandes eran las dificultades y los peligros que debía enfrentar David, más se acercaba a Dios y más se ponía en Sus manos; la gran cantidad de salmos que escribió, así lo expresan:

Sal 28:6  Bendito sea Jehová,

 Que oyó la voz de mis ruegos.

Sal 28:7  Jehová es mi fortaleza y mi escudo;

 En él confió mi corazón, y fui ayudado,

 Por lo que se gozó mi corazón,

 Y con mi cántico le alabaré.

Sal 28:8  Jehová es la fortaleza de su pueblo,

 Y el refugio salvador de su ungido.

Sal 28:9  Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad;

 Y pastoréales y susténtales para siempre

 

Sal 44:6  Porque no confiaré en mi arco,

 Ni mi espada me salvará;

Sal 44:7  Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,

 Y has avergonzado a los que nos aborrecían.

Sal 44:8  En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,

 Y para siempre alabaremos tu nombre.

 

Ahora veamos el tema principal de este escrito que está relacionado con los párrafos de más arriba, y procuraremos encontrar una explicación a “cómo un hecho aparentemente inofensivo, no pecaminoso, puede desagradar a los ojos de Dios y convertirse en un pecado.”

Este hecho fue el censo que el rey David ordenó, por propia iniciativa, que se hiciera sobre el pueblo de Israel.

David censa al pueblo

  2Sa 24:1  Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Vé, haz un censo de Israel y de Judá.

2Sa 24:2  Y dijo el rey a Joab, general del ejército que estaba con él: Recorre ahora todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo, para que yo sepa el número de la gente.

2Sa 24:3  Joab respondió al rey: Añada Jehová tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi señor el rey; mas ¿por qué se complace en esto mi señor el rey?

2Sa 24:4  Pero la palabra del rey prevaleció sobre Joab y sobre los capitanes del ejército. Salió, pues, Joab, con los capitanes del ejército, de delante del rey, para hacer el censo del pueblo de Israel.

 

 

Comentario

En 1Crónicas 21:1 leemos: “Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel”.

Es una aparente contradicción con 2Samuel 24:1, pero veamos la aclaración:

En este pasaje, el nombre Satanás carece del artículo, y esto sugiere que para el tiempo del Cronista ya el nombre era personal en vez de sólo un título. P. ej., en Zac_3:1-2 se le llama el acusador o el fiscal; allí forma parte de la corte celestial, y su papel es el de vigilar sobre la actuación de la gente para acusarle si es que no obra con justicia. Se le observa también en Job, caps. 1 y 2; allí también su papel es el de acusador. Justo en Job 2:3 se dice de Satanás que solía “incitar” a Job. El escritor bíblico posexílico encuentra en esto una sugerencia que permite que Satanás sea el tentador en el caso de David.

El censo de David acarreó el desastre debido a que, a diferencia de los censos tomados en el libro de Números (Números 1, 2) los cuales Dios había ordenado, este censo se llevó a cabo para que David pudiera sentirse orgulloso de la fortaleza de su ejército. Al determinar su poder militar, estaba comenzando a confiar más en este poder que en la fuerza de Dios.  

Zacarías 4:6  ……………………….. Esta es palabra de Jehová a Zorobabel,(B) que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.

Existe una línea muy delgada entre la dependencia que confía en el poder de Dios y la soberbia que se despertaba en David porque Dios lo había usado para grandes propósitos.

24 . 3 Joab comprendió la verdadera naturaleza de esta orden y el pecado que encerraba. La cuestión para David y para Israel nunca había sido la de cuántos hombres capaces de empuñar las armas se disponía. Su fuerza no residía en el número de guerreros, sino en el hecho de que Señor acompañaba al pueblo en su lucha. Esta orden contrasta con su valiente y ecuánime discurso ante Goliat. «Porque de Jehová es la batalla» (1Samuel_17:47).

 

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2Sa 24:8  Después que hubieron recorrido toda la tierra, volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días.

2Sa 24:9  Y Joab dio el censo del pueblo al rey; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres fuertes que sacaban espada, y los de Judá quinientos mil hombres.

2Sa 24:10  Después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy neciamente.

 
Comentario: (JFB y “Plenitud”)

El acto de enumerar al pueblo, no fue pecaminoso en sí; porque Moisés lo hizo por la autoridad expresa de Dios. Pero David obró no sólo independientemente, sin tener una orden o sanción, sino por motivos indignos de un rey de Israel: por orgullo y vanagloria, por confianza en sí mismo y falta de fe en Dios.

24 . 10 Yo he pecado gravemente : David se da cuenta de que calcular la fuerza de Israel sobre la base del número de guerreros, como hacían otras naciones, era violar la relación de Israel con Jehová, en quien residía su verdadera fuerza. El corazón de David siempre fue sensible hacia Dios; se convencía de su pecado y se arrepentía con prontitud, cualidades que le ganaron el reconocimiento divino.

No fueron abiertos sus ojos a la enormidad de su pecado, mientras Dios no le hablara por medio de su profeta Gad.

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2Sa 24:11  Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, vino palabra de Jehová al profeta Gad, vidente de David, diciendo:

2Sa 24:12  Vé y dí a David: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco; tú escogerás una de ellas, para que yo la haga.

2Sa 24:13  Vino, pues, Gad a David, y se lo hizo saber, y le dijo: ¿Quieres que te vengan siete años de hambre en tu tierra? ¿o que huyas tres meses delante de tus enemigos y que ellos te persigan? ¿o que tres días haya peste en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué responderé al que me ha enviado.

2Sa 24:14  Entonces David dijo a Gad: En grande angustia estoy; caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres.

2Sa 24:15  Y Jehová envió la peste sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y murieron del pueblo, desde Dan hasta Beerseba, setenta mil hombres.

 

Comentario: (D V )

 

Dios le dio a David tres alternativas. Cada una era una forma del castigo que Dios les había dicho que podían esperar si desobedecían sus leyes (enfermedad, Deu_28:20-22; hambre,Deu_28:23-24; guerra,Deu_28:25-26). David escogió sabiamente la forma de castigo que provenía más directamente de Dios. Sabía cuán brutales y crueles podían ser los hombres en la guerra, y además conocía la gran misericordia de Dios.

 

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2Sa 24:16  Y cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía al pueblo: Basta ahora; detén tu mano. Y el ángel de Jehová estaba junto a la era de Arauna jebuseo.

2Sa 24:17  Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre.

2Sa 24:18  Y Gad vino a David aquel día, y le dijo: Sube, y levanta un altar a Jehová en la era de Arauna jebuseo.

 

 

Comentario: (Siglo XXI y “Plenitud”)

 

El v. 16 nos presenta la era de Arauna. Como los lectores de antaño lo hubieran sabido, éste era el sitio del futuro templo, edificado por Salomón en Jerusalén. Fue precisamente en este lugar, entonces, que la presencia de Dios se reveló en esta situación de plaga. La ira y el poder de Dios habían sido demostrados; ahora también la misericordia de Dios se haría evidente en Israel. La era de Arauna  estaba en el monte Moriah, donde Abraham ofreció a Isaac en holocausto (Gen_22:2) y se construyó el templo de Salomón (2Ch_3:1)

V. 17 Al ángel que destruía : Literalmente, «el ángel destructor»; una prueba adicional de la naturaleza sobrenatural de la plaga. Este ángel se hizo visible.

David le pidió: Te ruego que tu mano se vuelva contra mí : El verdadero penitente siempre está dispuesto a asumir responsabilidad por las consecuencias de su pecado. Ello contrasta con la actitud de Saúl, quien siempre tenía lista una disculpa.

David había pecado y, debido a esto, una plaga sobrecogió al pueblo. Para expiar su pecado, el Señor le dijo a David que construyera un altar en la era de Arauna, y que ofreciera un holocausto para que la plaga se detuviera. Arauna trató de regalarle el terreno, los bueyes y las otras cosas para el sacrificio, pero David insistió en pagarle, diciendo que no podía presentar una ofrenda a Dios que no le hubiese costado nada.

 

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2Sa 24:19  Subió David, conforme al dicho de Gad, según había mandado Jehová;

2Sa 24:20  y Arauna miró, y vio al rey y a sus siervos que venían hacia él. Saliendo entonces Arauna, se inclinó delante del rey, rostro a tierra.

2Sa 24:21  Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la era, a fin de edificar un altar a Jehová, para que cese la mortandad del pueblo.

2Sa 24:22  Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le pareciere; he aquí bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para leña.

2Sa 24:23  Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna al rey: Jehová tu Dios te sea propicio.

2Sa 24:24  Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.

2Sa 24:25  Y edificó allí David un altar a Jehová, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz; y Jehová oyó las súplicas de la tierra, y cesó la plaga en Israel.

 

Comentario: (D.F. Payne)

 

El párrafo final concluye los libros de Samuel con una pujante mirada hacia el futuro. La era de Arauna se convierte en un lugar sagrado, un altar para los sacrificios, las ofrendas y la oración (25); de hecho, el embrión del templo de Salomón. Aquí tenemos una escena de esperanza y comunión (y la plaga había llegado a su fin).

 
A pesar del pecado de David (10) en este capítulo aparece su lado bueno. Confesó su pecado, tuvo cuidado de consultar al profeta de Dios, intercedió por su pueblo (17) y pagó a Arauna todo lo que había tomado de él. En los capítulos anteriores David ha distado mucho de ser un rey perfecto, y es todavía aquí considerado como un hombre pecador; pero a pesar de ello dejó un buen ejemplo para que los reyes posteriores siguieran, no siendo el menor de ellos su preocupación de que Dios sea adorado correctamente. Estas preocupaciones siguen en los libros de los Reyes, que pasan a completar el relato de la vida de David.

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