EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



viernes, 25 de septiembre de 2015

LA CONDENA POR LA LEY, LA SALVACIÓN POR LA GRACIA (Parte VI)

LA GRACIA DE DIOS (parte II)

En la iglesia de Antioquía hubo algunos judíos que obligaban a los gentiles a judaizar, circuncidarse y guardar la ley, y se apartaban de estos para comer. De tal modo fue este hecho que aun Pedro y Bernabé fueron arrastrados a actuar de igual modo por miedo de ellos.
Se estaba sembrando entre los creyentes en Cristo, salvados por la gracia de Dios, un germen de religión. Un sistema de obras y rudimentos para alcanzar la salvación que hacia foco sobre sí mismo y sobre el esfuerzo humano y no sobre el sacrificio de Cristo y la gracia de Dios.
El problema con el que el apóstol Pablo se encuentra cuando llega a Antioquía y ve semejante cosa fue, en simples palabras, que algunos judíos aún no habían entendido el propósito del advenimiento del Señor Jesucristo al mundo, ni mucho menos habían entendido el fin con el que él, siendo Dios se hizo hombre para ser condenado a muerte en la cruz y resucitar triunfal sobre la muerte y el pecado. (Filipenses 2:6-11). Estas personas aún seguían pensando erróneamente que aquella ley que desde la niñez habían aprendido a guardar celosamente, era el fin y la causa absoluta mediante la cual venia la salvación. Ellos aun creían que guardaban lo suficientemente bien los estatutos de Dios como para merecer ser salvos algún día.
En este contexto llega el apóstol Pablo a Antioquía y ve a Pedro y Bernabé en una actitud totalmente cómplice de la situación atemorizados por aquellos que eran de la circuncisión. La reacción del apóstol no se hizo esperar y en ella tenemos el texto que se halla en Gálatas 2:11-21, que he seleccionado en esta sexta entrega de este estudio. El mismo es una explicación muy clara de aquella contraposición que se da entre un sistema religioso instituido con el fin de alcanzar por las obras la salvación, y la gracia de Dios, mediante la cual la salvación es ofrecida gratuitamente por no poder ser alcanzada de ninguna otra manera:
“11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar.
12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión.
13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.
14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?
15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles,
16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
17 Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.
18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.
19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.
20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”
El versículo 16 es la clave para entender la contraposición de la que estamos hablando, y en el versículo 19 el apóstol da la primera explicación (la cual luego ampliara y explicara al detalle en el capítulo 3) del verdadero propósito por el cual fue dada la ley: “porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios” Esto es lo que habíamos venido tratando en los capítulos anteriores de este estudio: aquella ley establecida por Dios donde se dictaba sentencia de muerte al hombre pecador (Romanos 6:23); aquella denuncia irrefutable de parte de Dios por la cual se demostraba el pecado del hombre (Gálatas 3:22). Por eso el apóstol dice que por la ley es muerto para la ley, siendo ese el propósito de la ley, establecer la condena y la imposibilidad del hombre para salvarse con su esfuerzo doblegando su orgullo. Este era el hecho que aquellos judaizantes no habían entendido respecto del propósito de la ley, y por ese mismo motivo tampoco habían entendido que era necesario que un sustituto aprobado por Dios, cumpliera y ejecutara sobre sí mismo la ley y la condena que de otro modo habría recaído sobre todos los hombres. Y ese sustituto era Cristo, el cual sin ser pecador, pago sobre sí mismo con la muerte la pena en lugar de todos los pecadores (1Pedro 3:18).
Aquellos judaizantes obligaban a judaizar y vivían como si Cristo no hubiese venido nunca porque ni siquiera habían entendido el verdadero propósito de la ley. Mientras la salvación había venido al mundo y se había derramado en la sangre inocente del cordero de Dios como el sacrificio perfecto y final que la justicia de Dios demandaba para poder dejar exento de condena al hombre pecador siendo esta ya cumplida sobre el mesías, ellos seguían practicando la ley como si la ley y los sacrificios que se ofrecen por la ley fuesen a salvarlos. Distorsionaron el propósito con el que Dios estableció la ley, aunque la propia ley traía en si misma explicitado su propósito, y también el propósito con el que Cristo vino al mundo. Esto mismo es explicado en Hebreos 10: 1-17
10  Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.
2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.
3 Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados;
4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
5 Por lo cual, entrando en el mundo dice:
    Sacrificio y ofrenda no quisiste;
    Mas me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.
8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),
9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.
10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;
12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
16 Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré, m
17 añade:
    Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
El versículo final con el que cerraremos esta sexta entrega del estudio es Gálatas 2:21 donde Pablo termina su explicación mostrando que si la justicia (la limpieza y purificación por la cual el hombre queda sin mancha y sin pecado limpio delante de Dios) fuese por cumplir la ley entonces no sería necesario el sacrificio de Cristo:


“21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”