EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



viernes, 25 de diciembre de 2015

EL MESÍAS (Parte II)


EL NACIMIENTO DEL SEÑOR

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.

Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.

10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:

11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.

12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.

13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:

14 !!Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

15 Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.

16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño.

18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.

19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho. (Lucas 2:8-20)

El profeta Isaías declaro: “14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14)

750 Años después esta profecía tiene su cumplimiento:

18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:

23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.

25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS. (Mateo 1:18-25)



Más allá de la impactante precisión histórica con la que son anticipados por el profeta Isaías los hechos que quedan registrados más de medio milenio más tarde en los evangelios, cabe destacar un detalle que nos arroja dos grandes verdades sobre este acontecimiento. El profeta Isaías había declarado que el nombre de aquel niño nacido milagrosamente de una mujer virgen, tendría por nombre Emanuel, que significa “Dios con nosotros”

El evangelista Mateo se retrotrae a aquella profecía de Isaías y vuelve a citarla textualmente y aclara que todo aquello había sucedido en cumplimiento de dicha profecía. El detalle es que en el v. 25 da a conocer el nombre de aquel niño: Jesús (que significa Salvador)

Sin lugar a dudas aquí no estamos en presencia de una contradicción o falta de acuerdo entre los textos, escritos con 750 años de diferencia, sino más bien una definición de la misión, carácter y naturaleza de aquel niño que acababa de nacer en Belén.

La mayoría de los judíos hoy en día no niegan la existencia de Jesús como una persona históricamente real. Sin embargo ellos, como muchas religiones y denominaciones, tienen una interpretación presente de Jesús como un “enviado” o un “profeta” similar a los del antiguo testamento. Es el punto de vista compartido de muchas religiones en la actualidad desposeer a Jesús de una investidura superior a la de un profeta, o en el mejor de los casos, un ángel.

Nada más lejos de la realidad que el propio Isaías reveló: él no era un profeta, no era un maestro, ni mucho menos un ángel. Él era “Dios con nosotros”

Esto destroza la cosmovisión de muchas creencias a lo largo del tiempo en torno a Jesús sobre su naturaleza y su persona.

Uno de los pasajes más poderosamente explícitos acerca de la naturaleza divina de Jesucristo es 1 Timoteo 3:16 “16 E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.”

“Dios fue manifestado en carne” Dios, entre nosotros. O como lo define Juan: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14) Aquel verbo, que era Dios, (Juan 1:1) habito entre nosotros.

El apóstol Pablo también enseña acerca de la encarnación de Dios mismo, para habitar entre los hombres, hecho como uno de nosotros. En su epístola a los Filipenses dice:

6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:6-8)



Así pues, este era Emanuel, el Todopoderoso Dios, el que creo los cielos y la tierra y todas las cosas que existen (Juan 1:3) tomando la forma de un pequeño y frágil niño, envuelto en pañales, nacido de manera milagrosa de una mujer virgen. Allí esta, en un pesebre, expuesto a nuestra miserable condición, vulnerable a las mismas enfermedades de cualquier mortal. Allí se hallaba, el pequeño Emanuel, Dios con nosotros, Dios entre nosotros, el Altísimo Señor que en el cielo se sienta en su trono de gloria y ante él se dobla toda rodilla (Filipenses 2:10-11), padeciendo la misma condición que nosotros, llevando nuestros dolores (Isaías 53:4).

La pregunta es ¿Por qué? ¿Por qué el Dios de gloria, creador del cielo y de la tierra, venía a este mundo, despojándose y humillándose a sí mismo, tomando la condición de hombre? ¿Qué era tan importante para Dios, que le llevara a tomar esta decisión?

La respuesta está encerrada en las palabras que el ángel revela a José en Mateo 1:21. La respuesta es su nombre bendito: “21 … y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados…”

Jesús significa “Salvador” Por eso el Ángel le aclara: “porque el salvara a su pueblo de sus pecados”

Los ángeles también dan testimonio de la misión que aquel bendito Dios con nosotros tenía al momento de venir a este mundo en condición de hombre:



13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:

14 !!Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! (Lucas 2:13-14)

“En la tierra Paz, buena voluntad para con los hombres” Al momento en que el Señor acababa de nacer, las huestes celestiales  alababan a Dios anunciando paz en la tierra. El mesías venia hacer la paz entre Dios y los hombres, así lo explica Pablo en Colosenses 1:20 “20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”

El profeta Isaías también lo declara:

“Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

Jesucristo venia al mundo hacer la paz con el hombre pecador. El mesías prometido por los profetas venia al mundo, en él estaba puesta la antigua esperanza de que un día un salvador salvaría al hombre del castigo que merecían sus pecados y nos reconciliaría para siempre con Dios. Por eso los ángeles en su alabanza anuncian buena voluntad para con los hombres.

En estas fechas, se celebra en todo el mundo la Navidad. Ateos, agnósticos, católicos, ortodoxos, protestantes, incluso judíos, todos celebran. Pero ¿saben lo que celebran? Sabe el mundo que hace dos mil años en la pequeña ciudad de Belén nacía el mesías, que era Emanuel, Dios mismo con nosotros, hecho hombre, y que era Jesús, el salvador, que venía a traernos paz (Juan 14:27) a todos nosotros. ¿Sabe el mundo que no tiene paz con Dios a causa de sus pecados, y que ese mesías vino a salvarnos, y que ese hecho, insignificante, olvidable, discutible, dudoso a los ojos de la mayoría de las personas, pero sin importar como miren, absolutamente real, es el que define el destino eterno para salvación o para castigo de cada persona que cierra los ojos en este mundo al momento de morir? ¿Sabe el mundo lo que celebra cuando celebra la navidad?

Es mi deseo, que en esta navidad el lector pueda gozarse y alegrarse por la Salvación que Dios nos ofreció, por su bendita venida a este mundo hace dos mil años, y pueda decir como aquellos magos de oriente que tras enterarse de su nacimiento se llegaron desde muy lejos hasta Belén: “venimos a adorarle”

“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,

2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” (Mateo 2:1-2)

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